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 lunes, 25 de agosto de 2003

Mercedes Sosa y un emotivo ritual de la canción popular
La cantante tucumana conmovió a la platea con éxitos y algunos temas nuevos

U. G. Mauro / La Capital

No hizo falta nada más. Estaban la silla, el atril, el bombo. Estaban Poppi Spatocco, que cobraría un especial protagonismo en la noche, al frente de los teclados; Rubén Lobo agregando más identidad a los temas; Carlos Gennoni en el bajo y algunos coros, y el increíble Nicolás "Colacho" Brizuela haciendo de todo con la guitarra. Mecedes Sosa ocupó su lugar en el escenario, sonaron las primeras notas de la "Zamba del chaguanco" y en el quinto día, se hizo la voz en el teatro Broadway.

Lentamente, no sin algunos problemas vocales en el primer tema, La Negra, como siempre, fue sumando elementos, templando las almas hasta la consumación del acto final de la ovación, en un espectáculo al que llegó especialmente sensibilizada. "La Niñez" -más adelante, "Ay, soledad", del mismo autor-, constituyó el primer tributo de la noche a su amigo rosarino Chacho Muller, seguido de la milonga de Osvaldo Avena "Para cantarle a mi gente".

Sólo nueve canciones del disco doble "Acústico" interpretó la cantante, quien hizo reír a la platea cuando consideró que dicha placa, de acústica no tiene casi nada si se tiene en cuenta "todo el cablerío que hubo que usar". Con el buen humor de una Mercedes Sosa que hasta el momento aparecía algo menos vivaz llegó también la adrenalina de la chacarera "El manco Arana", de los hermanos tucumanos José y Rafael Núñez.

También quedó la sensación de que Manuel J. Castilla y Gustavo Cuchi Leguizamón escribieron la "Zamba de Argamonte" para que ella y sólo ella la cantara en un momento tan emotivo como cuando minutos más tarde interpretó, con lo mejor de sí, "Gricel".

Llegó la letra esperanzadora y alegre de Teresa Parodi para "Esa musiquita" y luego "Gracias a la vida", de Violeta Parra, y "Sacame chacarera", del pianista Marcelo Perea, aparecieron en el aire de la sala como sutiles confesiones de una cantante que porfiadamente busca la plenitud en circunstancias personales algo adversas.

En estreno, pero con la ausencia de su creador, Mercedes cantó "Corazón de luz y sombra", de Jorge Fandermole, y nuevamente el clima de la sala se encendió hasta hacer sonreír a la artista cuando entonó el clásico chamamé de Ariel Ramírez, "Santafesino de veras"; "Alma de rezabaile", de Agustín y Carlos Carabajal, y "Chacarera del olvidao", de Duende Garnica.

Como pensando en voz alta, Mercedes Sosa reconvino a alguien por no hallar en su atril la letra de "Sólo se trata de vivir", y aunque para la platea no quedó claro el porqué, con un tajante "¡esto no!" salteó la prevista "Todo cambia" para literalmente tomar coraje y cantar "Almas en el viento" de su notable tecladista Popi Spatocco.

El final formal de este recital no demasiado extenso llegó con "Hablando a tu corazón" de Charly García y algunas ya tradicionales estrofas de "María, María", de Milton Nascimento.

Pero obviamente, quedaba belleza por ofrecer y esta llegó de la mano de "Marrón", el poema de Jorge Sosa musicalizado por el ex Los Trovadores Damián Sánchez y la infaltable zamba de Virgilio Carmona "Al jardín de la República", a la que la cantante agrega su siempre esperado repudio al represor Antonio Bussi al grito de "Viva Tucumán, menos uno".

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Mercedes Sosa otra vez dictó cátedra de canto.

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