Sabores del mundo: manjares salvajes en Sudáfrica

La república de Sudáfrica es misteriosa, exótica y sumamente contrastante, tal vez debido a la fusión de pueblos y razas. Es fundamentalmente heterogénea, pero su grupo étnico más importante es el zulú, seguidos de los de raza blanca.

El resto de los pobladores se reparte entre diez razas negras, mestizos y un grupo cada vez más numeroso de asiáticos. Navegantes portugueses la descubrieron al doblar el cabo de Buena Esperanza, allá por el siglo XV, en uno de los intentos de encontrar una ruta marítima que llegue a Oriente.


Influencia europea
Sin embargo fueron los holandeses quienes llevaron la civilización europea (aunque a veces me permito dudar si el concepto "civilizar" es el apropiado) asentándose en la bella Ciudad del Cabo.

Tiempo después arribaron lo hugonotes franceses, quienes fueron absorbidos por estos pero conservando su identidad y por consiguiente muchas de sus costumbres y tradiciones. Con el tiempo constituyeron una entidad étnica.

Y es así, como junto a costumbres y tradiciones, la cocina sudafricana tiene sus orígenes en la fusión de los sabores de los colonos blancos a la que se sumó, poco a poco, la influencia de los distintos pueblos negros que se reparten por el sur de Africa.


Especias al por mayor
Ejemplo de ello son la cantidad de especias utilizadas en la mayoría de los platos que ofrece este país.

Interesante conjunción gastronómica que, aunque tomando las raíces de la típica cocina holandesa fusionada con la francesa, ha conseguido tener una identidad propia, basándose en productos específicos de la región como las especias y carnes de animales autóctonos.

También la influencia de los inmigrantes asiáticos hizo un notable aporte en la variada propuesta gastronómica sudafricana.

No es extraño la presencia de "bobotie, sosaties, bredie", currys de carne que deleitan a los turistas con su fuerte sabor y personalidad.


Tortas de maíz
La raza negra ofrece al asombrado visitante uno de sus populares platos: una especie de sandwich elaborado con "tortas de maíz", cuyas dos rebanadas sirven para cobijar, generalmente, carne asada aderezada con especias, la que toma un fuerte sabor exótico que perfuma el lugar, invadiendo placenteramente los sentidos de los visitantes.

Un párrafo aparte merece, como verdadero epílogo de esta gastronomía fuertemente globalizada, sus postres típicos como el "boerejongens" y el "boeremeisies" que no es otra cosa que uvas y damascos conservados en coñac.