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 domingo, 24 de agosto de 2003

[Memoria] Un escritor desaparecido durante la dictadura militar
Una obra en trance de perderse
Tilo Wenner fue uno de los protagonistas de la poesía de los años 60. Sus libros son hoy inhallables

Osvaldo Aguirre / La Capital

A diferencia de otros escritores desaparecidos durante la dictadura militar, Tilo Wenner no ha sido objeto de homenajes ni de estudios. La obra que concibió, en el curso de una intensa producción de veinte años de trabajo, es ahora inhallable. Algunas publicaciones puntuales sirvieron para poner de relieve su valor y su singularidad pero aun queda pendiente una revisión profunda y la reconstitución de un corpus que integra al menos catorce volúmenes de poesía, numerosos textos dispersos en revistas y el rastreo de títulos de los que hay constancia en cartas y referencias de amigos pero que no llegaron a publicarse. La dificultad de la tarea consiste en que esos libros, cuyas tiradas fueron por lo general reducidas, no están en las bibliotecas y apenas quedan unos pocos ejemplares. Se trata de recuperar una obra que corre el peligro de perderse.

Tilo Arenst Wenner nació en General Galarza, provincia de Entre Ríos, el 3 de febrero de 1931. Descendiente de alemanes, hizo sus primeras letras en una escuela de campo y siendo un niño se trasladó con su familia a General Pirán, provincia de Buenos Aires. Trabajó como resero en una estancia y a los 13 años fue a Buenos Aires. Después de terminar la escuela secundaria comenzó a cursar medicina y luego pasó a la Facultad de Filosofía y Letras. En 1952 abandonó sus estudios para viajar por diversos países de Europa, y dos años más tarde se largó a recorrer Chile y Bolivia. De regreso en la Argentina, con el propósito de dedicarse a la escritura, integró un grupo de jóvenes artistas de vanguardia en el que pronto asumió el liderazgo.

En 1957 Wenner dio a conocer dos libritos de poemas, "La pasión rota" y "Cantos a mi amiga loca". El mundo circundante comporta presencias y fenómenos que aún son ignorados o poco conocidos y la poesía debe encargarse de su exploración: así podría definirse la búsqueda del escritor en este período inicial, en el que recurre con frecuencia a la imaginería surrealista. En la primavera del mismo año se publicó el primer número de Serpentina, revista dirigida por Wenner y cuyo comité de redacción integraban en principio Luis Edgardo Massa, Simón Kargieman y Raúl Quevedo. El texto de presentación se ocupaba de establecer una posición: la poesía aparecía considerada como "detectadora del ser, con la palabra como instrumento". Había una reivindicación de la necesidad de reflexionar sobre la escritura y "expresarse con conciencia" del lenguaje, "un medio para producir el ocultamiento de la cosa o para explicitarla", y a la vez en relación directa con la experiencia: "es necesario que coincida con las vivencias más sutiles y las más concretas (...) Si la palabra recoge la vida y la proyecta libremente, estamos en la poesía". Estas ideas permanecen como algunas de las características principales de la obra de Wenner.

La producción de Tilo Wenner en los cuatro números que editó Serpentina se concentró tanto en la poesía como en el ensayo. Era el escritor más formado del grupo y la reflexión sobre los modos de articulación de arte e ideología asumió un lugar central. La revista se pronunció en contra del realismo socialista, la elitización del escritor, la vanguardia atrasada; levantaba como valores la imaginación, "la revolución social como destino de la sociedad" y -en la perspectiva surrealista- el "asesinato civilizado", figura que aludía a la ruptura de hábitos y modos de percepción que se quería promover. Esta preocupación se trasladaba asimismo al comentario de la coyuntura política. El número 3, por ejemplo, presentó un collage de glosas sobre citas de diarios que enlazaba la represión en Argelia, la lucha revolucionaria en Cuba y las posiciones políticas de la Iglesia Católica. Los escritores de la revista Sur fueron objeto de una crítica despiadada; Germán Arciniegas, en particular, fue señalado como "un triste ejemplo de esos renegados latinoamericanos" para quienes "la libertad (es) entendida como libre empresa". Esta es otra marca de Wenner: tenía un compromiso radical con la poesía y era implacable con quienes la abordaban con negligencia. Se trataba, para él, de "vivir hasta la sangre y el hueso cada gesto, cada palabra", de "convertir la poesía en un acto de vida o nada", y quien recorra sus textos puede comprobar la autenticidad de esas frases. La revista significó un punto de encuentro con otros artistas -Alejandra Pizarnik, Rómulo Macció, entre los más conocidos- y a la vez el establecimiento de filiaciones dentro del campo literario.

Tras la desaparición de Serpentina, Wenner fundó la Escuela del Espíritu Experimental, "nombre con sabor humorístico y serio a la vez", según Massa. En noviembre de 1958 apareció el primer y único número (en papel) de Ka-Ba, publicación concebida como órgano de la Escuela y cuya dirección correspondía a la Librería Galatea (Viamonte 564, Buenos Aires). En el mismo año publicó otro libro, "Kenia", dedicado "a todos los que vivieron y tuvieron muerte violenta desde el desierto de Libia hasta La Pampa" y donde incluyó ocho poemas que integraban una unidad (característica que se repite en otros volúmenes: parece haber pensado más en trabajos de conjunto que en textos individuales). El siguiente, "Faz de Cordi" (1959), constituyó uno de los momentos centrales en su obra.

Entre 1959 y 1964 publicó el grueso de su obra, con siete títulos de poesía y uno de ensayo. La serie comenzó con "Magnético" (1959) y continuó con "El pie del vacío", libro-objeto con dibujos de Peter Sussmann, "El pájaro inteligible" y la plaqueta "Uhr", todos en 1960. En 1962 apareció "Algunas máquinas imperfectas", que tuvo una segunda parte dos años más tarde. "El libro de vidrio" (1963) y "La libertad la amistad el amor" (1964) son sendos poemas largos; el primero se desarrolla a través de aforismos sorprendentes: "El dolor es un antecámara, pero no es la poesía, sólo engendra una escoba sucia"; "Un hijo de mil putas es el sobrino de una santa", etcétera. Su libro de ensayos, "Transmutación", se publicó en 1963.

Ese volumen incluyó una carta "a la crítica cretina", durísima respuesta a un texto de Elizabeth Azcona Cramwell. "Mi responsabilidad me obliga a no admitir se diga cualquier cosa a propósito de la poesía -dijo Wenner-. Para mí, la poesía es lo importante, se está con ella o en contra de ella. No le doy el derecho al equívoco". Cargaba las tintas para recusar una lectura de su obra: no le interesaba la escritura automática, dijo, tampoco escribía en clave y no aludía al vacío en el sentido de la vulgata existencialista sino que lo tomaba como principio del movimiento y punto de tensión entre la vida, la muerte y el mundo. Ante la necesidad de reformular su poética, produjo entonces algunas de sus formulaciones más significativas: la expresión verdadera, afirmó, se encuentra en las palabras inadecuadas; "La poesía es magia, para deshacerse de la magia hay que practicarla: vivir su conocimiento", idea de donde surge el eje de su obra: "todos mis intentos han sido y son crear el poema que sea mi respiración".

Por ese entonces Wenner vivía en la ciudad de Escobar, donde tenía instalada una imprenta. En 1964 fundó el semanario El Actual; apareció hasta 1976, bajo el lema "libre por principios y por propensión: mi estado natural es la libertad". Si bien continuó escribiendo poesía no volvió a publicar en libro hasta 1972, cuando dio a conocer "Límite real", su último título.

La historia de El Actual merecería un estudio aparte. Con formato tabloide y ocho páginas se convirtió en una singular empresa periodística, que atendía tanto a las pequeñas preocupaciones de los vecinos como a las alternativas de la lucha política y en particular de las organizaciones de izquierda y las agrupaciones sindicales antiburocráticas. El acercamiento de Tilo Wenner a las circunstancias de la época no puede entenderse sino como una consecuencia de su forma de entender la poesía. El criterio editorial del semanario consistió en dar lugar a reclamos y versiones de los hechos que quedaban marginadas de los grandes medios de comunicación. En su última entrega, aparecida el 24 de marzo de 1976, día del golpe militar, dio cuenta de un atentado contra la redacción y un frustrado secuestro del director. Tilo Wenner no pudo escapar: dos días después, un capitán del Ejército lo citó en la comisaría de Escobar, y desde entonces permanece desaparecido.

Es necesario que Tilo Wenner y su obra tengan otro destino. Como él mismo decía, "la memoria no es sólo para recordar nuestros sueños y devaneos de grandeza sino también para enfrentar a la realidad con armas cada vez más eficaces". En una carta del 2 de octubre de 1974 escribió: "Todos sabemos que el paraíso está en la tierra. Nunca nadie podrá arrebatarnos los instantes del agua, las flores, los pájaros, la sangre de los combatientes por la conquista sin límites del derecho a comprender y amar esto que es nuestra sustancia: la Tierra. Si los hombres no han perdido la memoria del paraíso terrenal y de sus primeras y definitivas bondades ha sido por los poetas". Hablaba de los otros, pero sobre todo de sí mismo.



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