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 sábado, 23 de agosto de 2003

Roberto Follari: "La vocación no tiene nada de innato"
El educador habló de las urgencias actuales y su incidencia a la hora de elegir

"No hacerle caso al propio deseo se paga caro". La idea pertenece al psicoanalista francés Jacques Lacan y fue elegida por Roberto Follari, docente e investigador de la Universidad Nacional de Cuyo, para hablar de las connotaciones que tiene decidirse por una carrera. El especialista recordó que las urgencias que marcan estos tiempos a veces definen la elección de un estudio más por las razones prácticas que por atender a las preferencias personales.

La cuestión está ligada íntimamente con la vocación hacia determinado ejercicio profesional. Follari, que también es doctor en psicología y autor de diversos escritos que tienen como eje la discusión epistemológica, opinó al respecto.

-¿La vocación es una condición innata de la persona?

-No, no tiene nada de innato. Es cierto deseo o tendencia hacia un área determinada, que se construye en la primera infancia y por lo tanto es sentido en las personas como si ya nacieran con él, como si se tratara de algo genético. Pero en realidad no lo es. Seguramente el sujeto creerá que ya nació con esa tendencia, que uno encuentra en sí mismo cuando ya está instalada. De todos modos, se trata de una tendencia genérica, por lo que no es tan precisa como para afirmar, por ejemplo, que la vocación es exactamente la filosofía y no la sociología. La forma de actualizar esa tendencia depende mucho del momento que se viva; por lo pronto, hoy la especialización (que se oferta) es mucho mayor que antes.

-Es entonces muy difícil ahora determinar con precisión cuál es el campo de acción vocacional.

-Sí, lo es, porque en general es muy grande. Pero insisto, lo que se da en las personas es una tendencia general, decir que uno está predestinado a una vocación en especial es un error, sería como afirmar que nació para tal profesión o aceptar el mandato familiar de que sea médico o abogado (por ejemplo), cuando a menudo ese mandato suele ser bastante ajeno al deseo del propio sujeto. No hay una predestinación a un lugar justo. Eso hay que sacárselo de la cabeza, uno no está predeterminado a un sólo sitio, hay un marco dentro del cual uno se puede sentir bien, y dentro de eso hay diversas opciones. También está el problema económico y, con lo fuerte que es eso, se elige por razones estrictamente pragmáticas.

-¿Ese pragmatismo hace que muchos alumnos asocien y demanden estudios "cortitos con rápida salida laboral"?

-La relación no es tan lineal. "Cortito y rápida salida laboral" es una asociación totalmente arbitraria, que puede resultar también en "salga más rápido de la desocupación". Nada tiene que ver esto con mejorar el empleo, pero es cierto que se ha impuesto esa idea, pero si la carrera es corta y poco pertinente seguro estará desempleado igual. Quizás las carreras largas puedan ser más seguras al momento de la ocupación.

-¿Cómo se relacionan la elección de una profesión y las preferencias?

-Son dos cosas distintas. Una es la preferencia y otra es la cuestión profesional respecto de las posibilidades de trabajo. Se puede elegir siguiendo las propias preferencias, sabiendo que va a tener problemas de trabajo, o se puede decir "yo elijo donde tengo más posibilidades laborales aunque tenga que sacrificar parte de mis gustos". Y lo cierto es que hoy en la Argentina pocas profesiones son garantía laboral. El título ofrece una posibilidad de caer menos, algo así como sostener que sin título seguro iremos para abajo, pero no que voy a ascender. Antes se podía hacer más caso a los propios deseos en cuanto no había tantas urgencias como ahora. Pero, de cualquier modo, como dice Lacan, "no hacerle caso al propio deseo se paga caro". Algo así como que se puede terminar con un buen ingreso pero siendo muy poco feliz haciendo cosas que no nos gustan.

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