| domingo, 27 de julio de 2003 | Rosario desconocida: ciudad subterránea José mario Bonacci Moverse con sigilo bajo tierra con gente transitando la ciudad sin conocer que ocurre bajo sus pies, entre rumores y flujos de caminos trazados en base al exilio de la luz solar; sentir el acompañamiento invisible de seres creados por una realidad precisa o por invenciones mentales. He aquí las causas por las que entre otras, el mundo de túneles húmedos y oscuros arraiga en el interés popular. Una ciudad, planificada u olvidada orgánicamente, late y se fortifica en el tráfago de sus profundidades; funciona como cuerpo vivo, o sobrecoge con indicios inesperados fuera de cualquier plan.
El edificio de la Empresa Provincial de la Energía, Buenos Aires y Mendoza, incluye un "ducto eléctrico" que nace en el subsuelo sobre esta última, desciende unos escalones, se convierte en túnel con techo abovedado y ancho de 1,60 metros, se bifurca hacia Buenos Aires, y por la derecha llega hasta Laprida. Sus muros sostienen conductores de alto voltaje y una tapa frente mismo al teatro El Círculo permite la salida.
En otro edificio de igual función, en Sarmiento al 300, su "ducto" deriva a la derecha para llegar a calle Tucumán. Pero si de alto voltaje se trata, la sorpresa encandila en la antigua usina de San Martín y Catamarca. Un subsuelo, hoy parcialmente inundado según informes, deriva en dos túneles que por debajo de la avenida Costanera alcanzan zona de muelles vecinos al Centro de Expresiones Contemporáneas. Por allí se transportaban materiales técnicos que llegaban de Europa hasta depósitos de la usina, en tiempos en que la industria del país aún no los proveía. Pero si la electricidad tiene sus exigencias, los líquidos también.
La planta de potabilización en barrio Lisandro de la Torre o Arroyito, previo proceso químico, hace que el líquido se clorice en una cámara de mezcla e ingrese a un túnel de 2,60 de diámetro a 9 metros de profundidad, corra por Vélez Sarsfield, cruce bajo de la playa ferroviaria vecina, tome por Ovidio Lagos hasta bulevar 27 de Febrero y llegue a Dorrego y Ocampo, en donde está uno de los tres grandes depósitos de la ciudad. En Vélez Sarsfield y Pasaje Vertiz un elemento metálico siempre confundido con el último farol a gas, tiene otra función. Es una hermosa pieza metálica diseñada con derecho a ser preservada responsablemente como columna de ventilación del citado túnel de agua potable.
Hasta aquí, túneles de estricta función técnica no exentos de misterio. Así, la ciudad sorprende con otros ejemplos dignos de atención, que generan otros estados de ánimo y conclusiones para satisfacer el ¿por qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?
El Centro Universitario popularmente llamado la Siberia ocupa entre otros construcciones, una antigua estación de FF.CC con andén, galpones y edificio de administración general. Punto terminal de línea, arribaba allí el tren recaudador que descargaba el cofre con dinero de recaudaciones diarias. Un túnel de ladrillo de l,20 metros de ancho cruza por bajo el ingreso al complejo universitario y une a la Escuela de Música en el salón de Biblioteca, con el andén o alguna oficina de la citada estación, ocupada hoy por dependencias de la Facultad de Ingeniería. El trayecto total del túnel se acerca a los 50 metros, aunque no se sabe si su fin era protegerse de las lluvias, otra razón cualquiera, o evitar un asalto tipo Butch Cassidy ó Bairoleto.
Como testigo mudo de aquellos años, junto a la escalera de ingreso en biblioteca, la puerta de acero de la caja fuerte empotrada y perdida para siempre muestra el cáncer perforante del óxido. La zona más rica de la ciudad para contar con estos elementos subterráneos es, sin duda, el microcentro y en general la longitud sobre el río acompañada en su perfil por el desnivel de las barrancas, aptas para recibir estos ingenios constructivos alimentando las sugerencias del tema.
La Bajada Grande, hoy Sargento Cabral, litografiada en 1879 por el editor Fleury era de tierra, con importantes construcciones para la época. En 1907-1908, Santiago Pinasco y Cía. construye el actual edificio en Sargento Cabral 36-54-56-72-74-98, que toma algunos metros por la subida de Urquiza. Sobre la bajada, en su parte central el coronamiento reza: "casa fundada en 1850".
Bajo Sargento Cabral Años después se instala allí la firma Rosenthal en el Nº 72 con entrada vehicular a un patio posterior y salida en Sargento Cabral, vecino a la Costanera. El plano en su límite norte muestra una galería con arcos que anticipa el ingreso a dos breves túneles que apuntan hacia la zona del Parque de España. Las galerías de ese complejo, pertenecieron en sus inicios a la firma Pinasco. La unión entre ambos puntos exigiría hoy unos 500 metros. ¿Podría ser posible? ¿El uso de las tierras y cambios en planta urbana del lugar lo ocultaron?
Un integrante del Mercado de Pulgas insiste sobre la existencia hasta hace treinta años de un ingreso tapiado bajo el Nº 966 de la avenida, donde funcionó el local bailable "El elefante blanco", luego "La Morena". Un posible túnel cruzando bajo la Costanera llegaría al muelle ubicado a 150 metros.
El recientemente agredido edificio de Tribunales Viejos, estaría unido por túnel bajo nivel con la ex Jefatura con destino al traslado de presos con proceso judicial en ambas direcciones y por razones de seguridad.
Wladimir Mikielievich trajo a la luz la historia de Tomas Fhür, alemán visionario que entre otras cosas instaló en Punta Barrancas la primera fábrica de tierra romana del país en base a tosca y limo isleño. Una construcción cupular de medio punto y una galería excavada en la barranca para extraer la tosca, dejaron su rastro de abandono en el lugar. Recorríamos el sitio hace años, y un pescador del lugar nos advirtió: "No entre. Es peligroso porque en esas piedras vive el diablo. Un mamado se puso a hacer ruido y murió quemado".
En base a eso concebimos el audiovisual "La morada de la Salamanca" que ha sobrecogido a más de un valiente. Por eso es aconsejable no olvidar. Si en estos senderos soterrados magia y memorias ancestrales caminan juntas, puede llegar el día en que la sorpresa salte a la luz conmoviéndonos. Son cosas que la ciudad se permite, aunque sea imposible explicar. Mientras, hay que ser cuidadoso y mirar bien el lugar en que se pisa.
(*)Arquitecto
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