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 domingo, 27 de julio de 2003

El bebé prematuro: momentos de incertidumbre

El nacimiento de un bebé significa para sus padres la concreción de un anhelado proyecto. Si bien no siempre un embarazo es deseado o buscado, una vez que se ha decidido llevar adelante esa gestación, la pareja comienza a pensar en el futuro del bebé e intenta "imaginárselo", semana tras semana, en el seno del vientre materno. Cuando el nacimiento es prematuro, se detecta algún síndrome genético o surge alguna complicación durante el nacimiento, es probable que ese bebé deba ser internado en neonatología. La mayoría de los padres no están preparados para esta abrupta separación pero, sobre todo, no pueden aceptar la idea de que, la vida de su hijo, esté en peligro. Los proyectos e imágenes pensadas hasta ese momento se derrumban, arrastrando con ellos las esperanzas y la estabilidad de la pareja.


Confusión y angustia
Desde el punto de vista psicológico, esta internación puede describirse como la vivencia de una situación traumática caracterizada como un acontecimiento inesperado que implica una amenaza o agresión a la propia persona o a otra, con la cual se está ligado afectivamente. Al ser inesperado no se está preparado ni se cuenta con vivencias previas similares, que ayuden a simbolizar (poder encontrar una explicación) a lo que está ocurriendo.

La incertidumbre en relación a la situación del bebé produce un estado confusional y de angustia, que se irá modificando de acuerdo al tiempo de internación y al estado del recién nacido. No hay palabras que alivien, no hay consejos que alcancen, se vive pendiente del informe médico que, día a día, colma de expectativas o inunda de estupor e inseguridad.

Por otra parte, la institución sanitaria imprime sus horarios, sus rutinas, sus pautas, eso produce una sensación de desplazamiento y desubicación temporoespacial que hace perder a los padres su protagonismo.

Desde hace algunos años se ha comprobado que los efectos de esta separación también son sufridos por los niños internados, por lo que desde la mayoría de los servicios de neonatología en todo el mundo, se ha abierto el ingreso a los padres para que puedan hablar, mirar y tocar a su bebé. Esto favorece el vínculo, lo que produce un notable restablecimiento del niño que se traduce en la disminución de la administración de medicamentos y sedantes; el aumento de peso; menos días de internación y una estadía menos traumática tanto para el niño como para sus padres.

En este marco, la participación del personal de enfermería es absolutamente imprescindible, dado que son ellos los que permanecen la mayor parte del tiempo con los niños y sus padres; son ellos los que conocen las rutinas y costumbres del bebé, por lo que operarán de nexo entre ambos.

Es indispensable que los padres tomen un rol protagónico durante la internación y puedan plantear sus necesidades y las de su hijo. El personal está sensibilizado e informado sobre los beneficios del contacto entre el bebé y su familia pero si a pesar de esto los padres no se sienten escuchados o comprendidos deben intentar encontrar otras formas de presentar sus inquietudes y ansiedades. Dentro de las alternativas se encuentran los profesionales del área psicológica o de estimulación temprana, quienes poseen herramientas para viabilizar, durante la internación, el malestar y la angustia que vivencian padres e hijos.

Celeste Ghilioni

Psicóloga del área de Maternidad y Primera Infancia

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Incertidumbre de los padres por la salud del bebé.

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