| domingo, 27 de julio de 2003 | Una moneda de cuatro mil millones El presidente Néstor Kirchner se llevó de su encuentro con su par estadounidense, George W. Bush, un consejo de cara a la negociación de un próximo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional."Pelee hasta la última moneda", fue la recomendación del norteamericano, quien no en vano proviene de filas empresarias.
Quizás Bush no tenga demasiado presentes los números que están en danza en las negociaciones que vienen manteniendo el gobierno argentino y el organismo multilateral, aunque sí sabe que el país que le toca presidir es el principal socio del Fondo.
La "moneda" en disputa representaría alrededor de cuatro mil millones de pesos. Esa es, en dinero, la diferencia entre el superávit primario pretendido por el FMI para el año próximo y el vigente para 2003, al que la Argentina se aferra con uñas y dientes a la hora de negociar las pautas de un nuevo acuerdo con la gente de Horst Köhler.
Nadie puede adelantar un resultado definitivo al respecto: del 4 al 4,5% del PBI para el FMI, del 2,5 para la Argentina, que quizás acceda en un arrojo de flexibilidad al 3%.
En porcentajes parece un cálculo sencillo zanjar la diferencia. En dinero, es una "moneda" con nueve ceros que puede condicionar seriamente el futuro de Kirchner y de los argentinos.
En estos casos, el dilema de todo administrador pasa por aumentar los ingresos, reducir los gastos o una combinación de ambas posibilidades. Una vez resuelto el problema, viene lo más difícil: ¿cuáles de los miles de ingresos o gastos son los que se van a tocar?
Desde el punto de vista de los ingresos, en el Ministerio de Economía temen que algunas buenas noticias puedan tornarse contraproducentes. Por ejemplo, el reciente sobrecumplimiento de las metas fiscales del primer semestre equivale a cerca de 0,4% del PBI si se lo anualiza.
No son sólo promesas En el FMI tomaron nota del optimismo de Lavagna cuando anunció una mejora en la pauta de crecimiento para el 2003, arriesgando un 5,5 por ciento.No obstante, esa mejora de la actividad económica no estaría acompañada por un crecimiento de la recaudación impositiva similar al de los últimos meses. Los números de la Afip podrán seguir en aumento, pero con una menor intensidad.
La caída de la tasa anual de inflación -y hasta el riesgo de una continuidad de la deflación registrada en mayo y junio- conspiraría contra los aumentos en la recaudación del IVA y neutralizaría para el año que viene el de Ganancias, en la que no se aplicó el ajuste reclamado por empresarios y contadores.
En cuanto al gasto, el gobierno deberá lidiar con los gremios estatales
Un riesgo podría darse en la renegociación de más de sesenta contratos con empresas privatizadas. Si los beneficios para las empresas no vienen del lado de un aumento de tarifas, algunos no descartan una compensación a través de subsidios, algo que ya ocurre en el transporte de pasajeros y en el peaje.
La "moneda" que se disputan el gobierno y el FMI es más importante de lo que muchos creen. Y para disputarla hace falta mucho más que una conversación con Bush en la Casa Blanca y un diálogo simpático. (DYN) enviar nota por e-mail | | |