| sábado, 26 de julio de 2003 | El poder corrompe "El poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente". Estas palabras aparecen en "La república", de Platón, siglo V a.C. Han transcurrido las centurias, las décadas y los años, pero no ha perdido su vigencia. El presidente de EEUU, George W. Bush, exalta la muerte al igual que el falangista ibérico Millán de Astray. En Liberia (Africa) la guerra fratricida, secuela del colonialismo imperante, está mostrando la impudicia de la barbarie militarista. En Latinoamérica, Colombia, Bolivia y Perú son escenario permanente de represiones paraestatales y matanzas. Si observamos el panorama provincial, registraremos de inmediato una conducta ciega, autoritaria, e hipócrita en la mayoría de los aspirantes a ocupar cargos en un territorio devastado por los desmanejos, la discrecionalidad, los funcionarios venales, etcétera. Se está consumando un fraude preelectoral y parecen no inmutarse. El dolor de poblaciones inundadas desde hace años y las muertes por el ajuste en el ámbito sanitario son sólo algunas de las expresiones más patéticas. El poder corrompe y los corruptos ni siquiera se ocultan, por el contrario, nos asuelan sonrrientes en las calles. No hay que olvidar que el hartazgo de los pueblos suele manifestarse más temprano que tarde.
Carlos A. Solero enviar nota por e-mail | | |