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 miércoles, 23 de julio de 2003

Al menos 5 ladrones maltrataron a empleados y clientes en Lagos al 2800
Secuencia de robo, balazos y toma de rehenes en una tienda de deportes
Al llegar la policía, apuntaron y usaron como escudo a dos trabajadoras. Hay dos detenidos de 16 y 17 años

Aunque todo ocurrió con rapidez, a Erica Nicastro el tiempo transcurrido le pareció eterno. Un sudor helado recorrió todo su cuerpo cuando uno de los ladrones que había asaltado la casa de deportes cercana al parque Independencia, donde trabaja, la encañonó con un arma en la cabeza y la expuso como escudo humano frente a la policía. La misma suerte corrió una compañera de trabajo. Aunque Erica llevó la peor parte. A punta de pistola el malhechor la obligó a correr cuatro cuadras mientras sus pasos eran seguidos de cerca por los uniformados, que esperaban la ocasión para actuar. La incertidumbre frente a un desenlace fatal iba en aumento y los balazos disparados por los maleantes cruzaban la calle. La chica temía lo peor y su compañera miraba atónita cómo los hampones escapaban. Un rato después, los policías atraparon al hombre que la mantenía como rehén y a un cómplice. Los demás cómplices ya habían desaparecido

En el interior de Deportodo, ubicado en Ovidio Lagos 2680, estaban la encargada del comercio, Erica, de 25 años, su compañera de trabajo Verónica Risso, de 26, y un cliente junto a su hijo cuando aparecieron entre 5 y 7 ladrones, entre ellos una mujer. Eran las 12.55 y las dos chicas casi no tuvieron tiempo de reaccionar.

En segundos, según contó el dueño de Deportodo, Juan Carlos Cepeda, ya habían salido del local de ventas y se encontraban en el depósito, en la parte posterior del inmueble, frente al caño amenazante de las armas que empuñaban los asaltantes.

Los malhechores creían tener la situación controlada pero el imperceptible sistema de alarma inalámbrico instalado en el local ya se había activado. Para entonces, los hampones habían recogido los 235 pesos y los 50 lecops de la caja y presumían que el atraco se concretaría sin sobresaltos. "Le pidieron la plata grande y las zapatillas de marca", comentó una fuente policial.

El ulular de las sirenas de los móviles del Comando Radioeléctrico que llegaban al comercio era ruidoso, pero los bandidos decidieron que no se entregarían a la policía. Caminaron con las dos empleadas hasta la zona de atención al público. Enfrente de ellos ya había un uniformado apostado en la puerta.

"No tiren que las matamos", gritó uno de los maleantes. La amenaza no era en vano: dos armas apuntaban a la cabeza de Erica y Verónica, que se veían aterradas. Enseguida, los malhechores, según el vocero policial, abrieron fuego. "Hubo un tiro hacia la vereda de enfrente", contó Cepeda.

Verónica chorreaba sangre: un culatazo le había dejado surcos en el cuero cabelludo y Erica estaba dominada por una crisis de nervios. La muchacha todavía debía sortear un obstáculo adicional.

El hombre que encañonaba a Erica decidió dar el último paso para intentar escapar de la policía. Corrió cuatro cuadras junto con la chica con varios policías detrás pisándoles los talones. A toda carrera, el ladrón y su rehén llegaron a la esquina de Gálvez y Riccheri y allí los uniformados lograron atrapar al captor de la chica, un joven de 16 años. En su poder tenía un revólver calibre 22. Ya para entonces, los demás integrantes de la banda se habían esfumado.

Al otro maleante, los policías lo apresaron en un local comercial de Ovidio Lagos al 2800. Es un muchacho de 17 años y, según el vocero consultado, cubrió el escape a los tiros. Cuando lo detuvieron todavía tenía el dinero robado.

Los policías concentraron el esfuerzo en intentar controlar a los dos jóvenes que mantenían dominadas a las dos empleadas. Fue por eso que los cómplices de los dos que acabarían detenidos consiguieron escapar.

A Erica y a Verónica la llevaron al Hospital de Emergencias. A los dos debieron suministrarle calmantes para tranquilizarlas. A Verónica, los médicos le suturaron la herida en la cabeza.

Erica sólo sufrió un "raspón" en el brazo. "Se lastimó cuando el ladrón la tiró al suelo antes de entregarse", explicó Cepeda.

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Uno de los ladrones fue atrapado con el dinero.

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