Año CXXXVI Nº 49908
Política
La Ciudad
La Región
Opinión
Información Gral
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Escenario
Ovación
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 19/07
Campo 19/07
Salud 16/07
Autos 16/07


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 20 de julio de 2003

Sabores del mundo: tentaciones en Sevilla

Hoy comienzo y termino esta nota con historias de mujeres. Hace ya algunos años, una ilustre escritora supo decir muy acertadamente que: "cada época de la historia modifica la cocina, y cada pueblo come según su alma, antes, tal vez, según su estómago".

Hay un país estrechamente unido a la gastronomía como España, que si yo le preguntara en este preciso momento con qué plato la relaciona, usted, casi sin dudarlo, me respondería "paella", "cocido" y un sinfín de platos populares pero pocos responderían "su increíble repostería". Lo que ya nos presenta un dilema que será fácilmente resuelto: ¿cuáles y dónde? Muy simple, por toda España. En cantidad y calidad.

Pero nada se compara con las delicias surgidas, casi milagrosamente, de las manos de las monjas de clausura en los conventos de Sevilla. Cabellos de ángel, suspiros de monjas, tocino del cielo, almíbar de rosas, son nombres que nos llevan en forma casi automática, a su origen conventual. Monasterios sevillanos como el de San Leandro, famoso por sus "yemas" del mismo nombre, cónicas, deliciosas y únicas que en vano han intentado emular y que Felipe González obsequiara a Ronald Reagan en uno de sus viajes a Estados Unidos.

Otra de las delicias elaboradas por las hábiles monjitas y de las cuales es imposible no caer en la tentación son los "mostachones" a base de huevo, azúcar, almendras y canela, ideales para acompañar con un buen chocolate caliente. Sin quedar atrás y reinas en el arte de la elaboración de mermeladas, se encuentran las monjas del monasterio de Santa Paula.


Mermelada de pomelo
Las frutas con que trabajan provienen de su propio huerto, lo que ya de por sí les da características muy especiales. Mermeladas de pomelo, de naranjas amargas o de limón son las más demandadas por los visitantes, pues el convento pertenece a la orden Jerónima, por lo que puede ser visitado, al contrario de los demás que sólo permite la comunicación a través del "torno", que impide ver a la monjita que del otro lado atiende.

Otro de los conventos, el de Santa Inés, encierra sin embargo y entre tanta dulzura, una trágica historia. Cuenta la leyenda que durante los años sesenta del siglo XIV, su fundadora, María Coronel, una mujer de increíble belleza, se hallaba recluida en el convento de Santa Clara luego de haber enviudado de su amadísimo esposo, decapitado por haberse sublevado contra el rey. Pese a estar recluida, era insistentemente requerida en amores por Pedro I, el que, pese a las negativas de la hermosa viuda, no cejaba en su empeño.

Decidida a librarse definitivamente de él, se arrojó aceite hirviendo sobre su cara y pecho, desfigurándose. Con sus bienes se fundó este convento en el año 1376.

Gozar de la calma que los rodea no nos impide disfrutar de la riqueza que encierran, sobre todo si entre sus paredes, una noble mujer, se sacrificó por algo que hoy, lamentablemente muchos todavía no conocen: un profundo amor.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados