Año CXXXVI Nº 49908
Política
La Ciudad
La Región
Opinión
Información Gral
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Escenario
Ovación
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 19/07
Campo 19/07
Salud 16/07
Autos 16/07


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 20 de julio de 2003

El CER, el CVS y el peligro de la indexación
El nominalismo: un principio para no volver a la inflación
El código civil de 1871 estableció que los contratos debían cancelarse al valor nominal del peso

Marcelo Batiz

Las consecuencias de las decisiones políticas equivocadas pueden postergarse por un tiempo más o menos extenso, pero inevitablemente deben ser asumidas.

En esa situación se encuentran hoy el gobierno nacional, los legisladores, los bancos y especialmente los miles de deudores con saldos ajustados por el Coeficiente de Variación Salarial (CVS). Cualquier mortal, y mucho más alguien que sepa de la historia argentina reciente, conoce los efectos devastadores que representan los mecanismos de indexación automática en una economía.

Lo tuvo bien presente el Congreso en enero de 2002, cuando en ocasión de sancionar la ley de Emergencia que puso fin a la de Convertibilidad, dejó en vigencia los artículos que prohibían la indexación. El mensaje fue claro: se abandona la paridad uno a uno entre el peso y el dólar, pero de ninguna manera se retornará a los viejos mecanismos de actualización de deudas, como la circular 1050 pergeñada a principios de los 80 por la dupla José Martínez de Hoz-Adolfo Diz, respectivamente en Economía y el Banco Central.

Después de todo, la decisión de los senadores y diputados no hacía más que retomar el nominalismo, un principio que rigió por más de un siglo en la legislación argentina. En el Código Civil de 1871, Dalmacio Vélez Sarsfield estableció que los contratos entre partes debían cancelarse en el valor nominal de la moneda, y no en el real.

Con ese principio se celebraron billones de operaciones durante cien años, hasta que en los comienzos de la década de 1970 la creciente inflación de entonces generó un aluvión de reclamos por parte de los acreedores. La combinación de inflación y nominalismo representaba un magnífico negocio para los deudores, que en contratos de plazos largos terminaban pagando sumas irrisorias.

En vez de atacar las causas de la inflación para normalizar las relaciones económicas, las autoridades de entonces echaron mano a una creatividad que no tardó en ganarse el odio de todos los deudores: el abandono del nominalismo y la adopción de los más variados mecanismos indexatorios.


Los efectos nocivos en el tiempo
Los argentinos se vieron de pronto ante un monstruo inimaginable tiempo atrás, ya que las deudas se potenciaban de tal manera que después de muchos años de pagar el saldo superaba al capital original.

Pero los efectos nocivos se extendían más allá de los tomadores de créditos, ya que la inflación era potenciada precisamente por esa indexación creada para combatirla, de manera tal que el caos no dejaba en pie ningún resquicio de la economía, salvo el de los especuladores.

La espiral inflacionaria de la indexación fue parcialmente neutralizada por el desagio del plan Austral en 1985 y totalmente por la ley de convertibilidad en 1991, por la que se retornó al nominalismo que defendieron los actuales parlamentarios al conservar la prohibición de la indexación en enero de 2002.

Los deudores podían respirar tranquilos. La indexación no volvía. Bastantes destrozos había hecho en apenas diecisiete años.

El resto es la conocida y reciente historia de una dirigencia política y empresaria que parece moverse con la delicadeza de un elefante en un bazar. En febrero del año pasado, el decreto 214 reinstaló la indexación que el propio Poder Ejecutivo había prohibido en su proyecto de ley un mes atrás. Pero el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER) no podía generar otra cosa que el incremento de los saldos hasta niveles impagables para un pequeño o mediano deudor.

La solución fue peor que el problema. La creación del CVS coincidió con el punto máximo de inflación y los salarios reales más bajos en una década. A partir de entonces, los precios se estabilizaron y el CER se mantuvo en esa sintonía.

Pero los creadores del CVS se dieron cuenta de que si los deprimidos salarios se aumentaban, volvía el riesgo de la indexación de los créditos. De tal forma que se abrieron las puertas a un año de adicional no remunerativo, es decir un aumento para todo menos para el CVS.

Si se busca una solución que no perjudique a los deudores, el blanqueo paulatino de la suma no remunerativa enfrenta al gobierno y al Parlamento ante el dilema de idear un tercer coeficiente indexador o retomar un nominalismo absolutamente compatible con una inflación nuevamente controlada.

Antes que recurrir a los aprendices de brujo de turno, conviene tener presente que Vélez Sarsfield fue algo más que una avenida o un club de fútbol. (DYN)

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Protestas de deudores hipotecarios por el CER .

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados