| domingo, 20 de julio de 2003 | Reportaje Román Gubern: "Las tecnologías crean nuevas frustraciones" El ensayista español propone "un equilibrio entre modernidad y sensatez" Julieta Grosso "Las nuevas tecnologías -su diseño, sus estrategias, su planeamiento- están dominadas por consideraciones de tipo cuantitativo; es decir que lo que buscan empresarios, economistas, ingenieros, es más audiencia, más cobertura, en síntesis, más beneficio", analizó Gubern.
"Así es que el uso de estas nuevas tecnologías se enfoca a valores de tipo cuantitativo, y en cambio se preocupa poco de los valores de tipo cualitativo. La vida emocional, por el contrario -explicó-, está construida de cosas muy primarias, de deseos, gratificaciones, miedos e inseguridades: a eso me refiero cuando digo que el ser humano no ha cambiado mucho".
Gubern (Barcelona, 1934) es catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona, pero ha trabajado como investigador en el Instituto Tecnológico de Massachussets, ha sido profesor en la Universidad de Southern California (Los Angeles) y en el Instituto de Tecnología de California (Pasadena).
Entre sus libros más importantes figuran "Historia del Cine" (1969), "Mensajes icónicos en la cultura de masas" (1974), "El simio informatizado" (Premio Fundesco, 1987), "La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas" (1989), "Del bisonte a la realidad virtual" (1996) y "El eros electrónico" (2000).
"La tecnología, por un lado, estimula la libido consumista y deseante, y por otro crea frustraciones; estimula nuevos deseos y necesidades en los que se expande el tema mercantil y consumista; ahora, para ser feliz hay que tener muchos objetos y servicios, un coche grande y un traje bonito y ser deseado o deseada", señaló.
"El hombre que sólo puede acceder a un coche pequeño y no al grande que quería, termina frustrado; la mujer que se compara con la gran heroína que aparece en la televisión y descubre que no es como ella, acaba deprimida. En definitiva, la tecnología está generando todo el tiempo nuevos deseos y nuevas frustraciones", precisó el ensayista.
Según Gubern, hay una espiral consumista que aspira a aumentar el nivel de intensidad de los fenómenos: "Nos encaminamos hacia una espiral consumista. Hay una obsolescencia planificada para que cada tres años se tenga que cambiar la computadora y cada cinco el coche. Y eso, evidentemente sólo beneficia a las grandes industrias".
"El único correctivo que encuentro es la búsqueda de un equilibrio entre modernidad -progreso, tecnología- y sensatez, para no ser víctimas permanentes de los designios de las grandes multinacionales que intentan sacarnos el dinero y decirnos cómo hemos de vivir", aseguró.
Frente a ese escenario, Gubern se reserva una cuota de optimismo: "Estamos sujetos a los imaginarios que la industria cultural suele imponernos, pero también hay capacidad de reacción, y con frecuencia vemos que, de una forma inesperada, surgen protestas, movimientos alternativos, discrepancias".
"Pese a los sutiles mecanismos de control que son la presión mediática y la publicidad, el ser humano no ha perdido la inteligencia, ni su capacidad de reacción, de rebeldía y protesta. Aún quedan reservas suficientes para que, al menos periódicamente, surjan respuestas a la realidad impuesta por los grandes monopolios mediáticos", concluyó el catedrático
"Las nuevas tecnologías -su diseño, sus estrategias, su planeamiento- están dominadas por consideraciones de tipo cuantitativo; es decir que lo que buscan empresarios, economistas, ingenieros, es más audiencia, más cobertura, en síntesis, más beneficio", analizó Gubern.
"Así es que el uso de estas nuevas tecnologías se enfoca a valores de tipo cuantitativo, y en cambio se preocupa poco de los valores de tipo cualitativo. La vida emocional, por el contrario -explicó-, está construida de cosas muy primarias, de deseos, gratificaciones, miedos e inseguridades: a eso me refiero cuando digo que el ser humano no ha cambiado mucho".
Gubern (Barcelona, 1934) es catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona, pero ha trabajado como investigador en el Instituto Tecnológico de Massachussets, ha sido profesor en la Universidad de Southern California (Los Angeles) y en el Instituto de Tecnología de California (Pasadena).
Entre sus libros más importantes figuran "Historia del Cine" (1969), "Mensajes icónicos en la cultura de masas" (1974), "El simio informatizado" (Premio Fundesco, 1987), "La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas" (1989), "Del bisonte a la realidad virtual" (1996) y "El eros electrónico" (2000).
"La tecnología, por un lado, estimula la libido consumista y deseante, y por otro crea frustraciones; estimula nuevos deseos y necesidades en los que se expande el tema mercantil y consumista; ahora, para ser feliz hay que tener muchos objetos y servicios, un coche grande y un traje bonito y ser deseado o deseada", señaló.
"El hombre que sólo puede acceder a un coche pequeño y no al grande que quería, termina frustrado; la mujer que se compara con la gran heroína que aparece en la televisión y descubre que no es como ella, acaba deprimida. En definitiva, la tecnología está generando todo el tiempo nuevos deseos y nuevas frustraciones", precisó el ensayista.
Según Gubern, hay una espiral consumista que aspira a aumentar el nivel de intensidad de los fenómenos: "Nos encaminamos hacia una espiral consumista. Hay una obsolescencia planificada para que cada tres años se tenga que cambiar la computadora y cada cinco el coche. Y eso, evidentemente sólo beneficia a las grandes industrias".
"El único correctivo que encuentro es la búsqueda de un equilibrio entre modernidad -progreso, tecnología- y sensatez, para no ser víctimas permanentes de los designios de las grandes multinacionales que intentan sacarnos el dinero y decirnos cómo hemos de vivir", aseguró.
Frente a ese escenario, Gubern se reserva una cuota de optimismo: "Estamos sujetos a los imaginarios que la industria cultural suele imponernos, pero también hay capacidad de reacción, y con frecuencia vemos que, de una forma inesperada, surgen protestas, movimientos alternativos, discrepancias".
"Pese a los sutiles mecanismos de control que son la presión mediática y la publicidad, el ser humano no ha perdido la inteligencia, ni su capacidad de reacción, de rebeldía y protesta. Aún quedan reservas suficientes para que, al menos periódicamente, surjan respuestas a la realidad impuesta por los grandes monopolios mediáticos", concluyó el catedrático
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