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 miércoles, 16 de julio de 2003

Intentan preservar la calma del río
Estudios sobre ruidos molestos de embarcaciones apuntan a lograr una legislación nacional

Personal de Prefectura estudia el nivel sonoro de las embarcaciones que navegan por los ríos con el fin de elaborar una legislación nacional que reduzca la contaminación auditiva. El prefecto principal Julio Pereyra, director de Protección de Medio Ambiente de Prefectura Nacional, a cargo de la investigación, estuvo en Rosario como invitado de las Jornadas de Audición, Comunicación y Educación. El tema de su disertación fue "Ruido ambiental producido por las embarcaciones en la zona del Delta del Paraná".

En la zona del Delta habitan más de 20.000 personas que sufren los ruidos de los motores de las embarcaciones. "Los sonidos que emiten tienen frecuencias graves, no como la de las confiterías en la ciudad que suelen ser agudos", explicó Pereyra. En esta zona el llamado ruido de fondo (sonidos del lugar) es muy bajo (se acerca al silencio o calma), por lo que al pasar una embarcación el sosiego del ambiente (las vibraciones no llegan a los 30 decibeles) se ve violentamente alterado con ruidos que alcanzan los 70 u 80 decibeles.

"Cuando se produce una amplia diferencia entre los sonidos de fondo y los generados por agentes externos, se consideran ruidos molestos", explicó el especialista.


Las más ruidosas
Prefectura inició el año pasado el relevamiento de los ruidos en el Delta. Para ello utilizó un buque científico que también efectúa mediciones para determinar la calidad de las aguas. "La primera investigación demostró que las embarcaciones interisleñas de pasajeros son las que más molestan", aseguró Pereyra.

Ocurre que en el Delta de la provincia de Buenos Aires los ríos son más angostos y por lo tanto el ruido es más cercano.

En materia de legislación aún no existen reglas para el sonido ambiental. No pasa lo mismo con los ruidos que se producen en el ámbito laboral. Esto está regulado por la ley 18.587 que determina cuántos decibeles puede soportar un trabajador. Cuando supera los 90, la ley contempla que el trabajador utilice protectores auditivos. Sin embargo, en cuestiones ambientales está todo por hacer.

Los investigadores utilizaron la norma IRAM 4.062 que establece un cálculo entre los sonidos de fondo y los ruidos generados por un agente externo. Cuando esta diferencia supera los 8 decibeles, el sonido es considerado molesto. Esta medición se utiliza para estructuras fijas por eso no puede aplicarse directamente a las embarcaciones.

Esta normativa, junto con pautas internacionales es la que se utiliza para estudiar el ruido en el Delta. Al respecto Pereyra comentó que en Estados Unidos y Canadá decidieron prohibir el uso de motores fuera de borda, mientras que fijaron restricciones para los motores a inyección. También, en esos países se fabrican escapes con silenciadores.

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En Buenos Aires los ríos son más angostos.

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