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 miércoles, 16 de julio de 2003

Atacaron al padre de una nena en una vecinal de Uriburu y España
Salvaje agresión por una travesura
Un taxista fue golpeado y lastimado con la linga de una moto por un profesor y dos alumnos de taekwondo

La travesura de una nena de 5 años en un instituto de enseñanza de taekwondo de la zona sur de la ciudad tuvo un desenlace tan insólito como violento. La chica apagó dos veces la luz del local y ese gesto mínimo provocó una discusión en la que el padre de la criatura terminó golpeado con ferocidad, según denunció a la policía, por un profesor del lugar y dos de sus alumnos. El hombre debió ser atendido en el Hospital de Emergencias, pero ya fue dado de alta.

Cerca de las 22 del lunes, Manuel Francisco Farías, un taxista de 44 años, había ido con su hija, Elisabeth, de 5 años, a la casa de su hermana. Allí pasaron a buscar a la madre del chofer, Nicolasa Abaca, de 62 años, y luego caminaron hasta la esquina de Uriburu y España para abordar un taxi de la empresa Radio Taxi City, donde Farías trabaja como chofer.

En la esquina está ubicada la vecinal Barrios Uriburu y La Guardia, donde funciona un instituto de artes marciales. La espera del vehículo de alquiler se hacía intolerable por el intenso frío y Elisabeth miraba los movimientos de algunos muchachos que practicaban taekwondo. Un rato después, las clases finalizaron y el taxi que pasaría a buscar a los Farías aún no había llegado.

Sobre la vereda sólo habían quedado dos muchachos en una moto. Minutos después salió del local la última persona que había quedado adentro. Era el profesor de artes marciales Martiniano Gómez, de 38 años, que apenas vio a Abaca le recriminó en un tono severo que Elisabeth había "cortado dos veces la luz" desde el tablero central.

Primero Farías no le respondió a Gómez, pero después deslizó un comentario: "Vámonos, porque éste vino a dar lecciones de padre y no sirve para nada", comentó.

Según el testimonio de Farías, el profesor de taekwondo se acercó, con los ojos "desorbitados", y lanzó la primera amenaza. "Si quiero te puedo romper todos los huesos", gritó.

Fuera de sí, el instructor de artes marciales desafió "a pelear" a su contendiente ante la mirada impotente de Elisabeth. "Estaba tan sacado que se sacó la campera y se quedó en musculosa". El detalle no es menor porque a la hora en que ocurrió el violento suceso la temperatura orillaba los tres grados.

Gómez caminó hasta el medio de la calle (por Uriburu) y se ubicó en posición de combate. Los insultos llovieron tanto como los desafíos a "pelear" hasta que el taxista también se descontroló y le arrojó una bolsa de basura. La respuesta del instructor no se hizo esperar, y enseguida Farías terminó acorralado y a duras penas pudo alejar a la nena de la escena de la gresca.

Mientras uno de los alumnos se sumaba a la agresión, García disparó una tremenda trompada que impactó de lleno en el chofer. El puñetazo lo dejó "sin aire" y el taxista sólo pudo agacharse para morigerar el golpe cuando pudo ver la silueta del segundo alumno de taekwondo que se bajaba de una moto.

No tuvo tiempo de levantar la vista cuando un golpe en la cabeza lo dejó al borde de la inconsciencia. Uno de los discípulos del instructor lo había agredido con una linga de anudar motos. "El tipo venía con una piedra y mi mamá se puso adelante. Entonces la empujó y la tiró contra la pared", explicó mientras se quejaba del dolor.

Los gritos de los taxistas que estaban en la parada de Uriburu y España, y de algunos vecinos desalentaron a los atacantes, que pusieron fin a la artera golpiza y se marcharon hacia la comisaría 15ª mientras Elisabeth estalló en una crisis de llanto.

Enseguida, en un móvil del Comando Radioeléctrico, Farías salió tras los pasos de los agresores. En la seccional 15ª, los reconoció y los tres hombres quedaron detenidos. Junto al profesor quedaron fichados Santos García y Luciano Saucedo, ambos de 21 años.

Sólo después de que identificó a sus agresores, el chofer aceptó que lo trasladaran al Hospital de Emergencias para recibir atención. Los médicos debieron suturar con dos puntos un corte profundo que tenía en la cabeza.

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El lugar. La vecinal de Uriburo y España.

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