Año CXXXVI Nº 49904
Política
Economía
La Ciudad
La Región
Información Gral
Opinión
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Autos
Escenario
Salud


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 13/07
Mujer 13/07
Educación 12/07
Campo 12/07


contacto

servicios

Institucional

 miércoles, 16 de julio de 2003

Editorial
Niños que no juegan

Más de un millón de niños sufren actualmente en el mundo abusos sexuales, servidumbre doméstica, matrimonios involuntarios y trabajos peligrosos. Según Unicef -el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia- el tráfico ilegal de seres humanos alcanzó los niveles del mercado de armas y de drogas, con ganancias que se acercan a los doce mil millones de dólares por año. Y según la OIT -la Organización Internacional del Trabajo- los traficantes trasladan a los niños a través de las fronteras usando la fuerza, la coerción y el engaño.

Los cálculos del organismo laboral son para todo el planeta de casi doscientos cincuenta millones de niños trabajando, de los que tres cuartas partes soportan pésimas condiciones, que pueden perjudicar su salud y que se hacen difíciles de soportar. Los niños que son objeto de comercio se encuentran atrapados en una red que se extiende por todos los continentes y casi todos los países del mundo. Cerca de setenta y tres millones de menores, que están obligados a trabajar, tienen menos de diez años. Y casi ningún país se libra de ello. El tráfico de niños es una de las peores formas de trabajo infantil.

En los países industrializados y en otros hay dos millones y medio de niños que trabajan y otros tantos en las denominadas economías de transición, en los países de la extinta Unión Soviética. Anualmente mueren veintidós mil debido a accidentes laborales.

Los niños son obligados a sufrir variadas formas de explotación, escondidos a la vista de la gente y alejados de toda protección legal, después de haber sido arrastrados a través de las fronteras con la promesa de una buena educación o un empleo. Son particularmente vulnerables y los traficantes los manipulan.

En este punto no se puede menos que coincidir con Carol Bellami, la directora de Unicef. No se debe simplemente mirar la peor forma de trabajo infantil como una vergüenza. Hay que mirarla como una parte del más inhumano y criminal comercio y debe ser detenido. Se necesitan dirigentes políticos de coraje para frenar este tráfico, declararlo un crimen y proteger a los niños de esta forma de explotación.

En ocasión del segundo Día Internacional contra el Trabajo Infantil, evento anual mundial recientemente conmemorado, la OIT realizó reuniones simultáneas sobre el tema en Ginebra, Filipinas, el área del río Mekong, en Asia, y en la Triple Frontera de nuestro país, Brasil y Paraguay. Las 170 naciones miembro de esta organización aprobaron una convención internacional contra las peores formas de trabajo infantil y la mayoría ya la ratificaron.

Como la pobreza es una de las principales razones para la entrega de niños al comercio, el combate contra aquella es la punta del ovillo para desbaratar esta despiadada explotación.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados