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 miércoles, 16 de julio de 2003

Insólitas fotografías de un trotamundo
Pablo Sigismondi, un geógrafo cordobés que registró sus vivencias en culturas muy diferentes

El fotógrafo, geógrafo y trotamundos cordobés Pablo Sigismondi, 43 años, convirtió su cámara fotográfica en motor de cientos de miles de kilómetros recorridos en viaje geográficos por el mundo, transmitiendo con sus fotografías la vida de la gente en culturas muy diferentes.

Esquivo a exponer su obra en la Capital Federal, "porque primero quiero retratar el interior del interior de nuestro país", Sigismondi quiere revertir el concepto de que todo tiene que comenzar en los grandes centros poblados, y por eso ya estuvo con su muestra "Conociendo la diferencia conocemos la paz", en Neuquén, San Luis, Mendoza y Córdoba, y en estos días en Formosa.

La bicicleta es otra de sus compañeras inseparables, "porque te permite ver todo, meterte en cada rincón y parar para charlar con la gente". Con ella anduvo varios días por el oeste formoseño, visitando las comunidades wichí.

No fue casual que este hombre estudiara geografía en la Escuela Normal Alejandro Carbó, de la ciudad mediterránea, donde se graduó en 1991, y que luego completara sus estudios de geógrafo en la ciudad italiana de Novara, especializándose en cartografía.

Su primer viaje al exterior lo llevó a Italia, en busca de las raíces paternas, y después hacia la ciudad de Maalula, en Siria, la tierra de su familia materna. Desde aquellos primeros viajes, hasta ahora, Sigismundi visitó con su cámara más de cien países.

La vida nómade y sin hoja de ruta establecida lo dejaron, dice: "Sin poder enseñar geografía y sin pareja". Al respecto afirma que ser parte de un equipaje que deambula por India, Pakistán, Afganistán, Indonesia y Nueva Guinea, o por Siria, Yemen, Uganda, Zambia y la isla de Pascua, "no es muy aceptado por las mujeres".

Para Sigismondi sus exposiciones "no son muestras clásicas donde sólo se observa lo artístico; yo acompaño la exposición con charlas explicativas de las regiones donde se realizaron las tomas, porque es una forma de transmitir mis vivencias", indica.


La idiosincracia del lugar
Y explica que antes de obtener una toma "me nutro, tengo que hablar con la gente, captar la idiosincracia del lugar y sintetizarla".

Con su Nikon F 60 y películas de 50 asas retrató rostros en Europa, Asia, Africa y Medio Oriente, y adelanta que "cuando sea más viejito voy a hacer lo más fácil: viajar por Latinoamérica.

Se reconoce católico "pero no practicante de ir a misa. Lo vi a Dios en los rostros de los pobres y también en la Madre Teresa de Calcuta, cuya obra trasciende en los hechos por el amor, ya que aceptó ritos hindúes en las Hermanas de la Caridad".

Si bien dice que "pude sentir el horror de la guerra en carne propia", nunca la fotografió, porque piensa que "en una foto lo que quiero es rescatar la belleza humana, quiero alimentar el espíritu. No busco aumentar el morbo" enfatiza.

El artista pierde la mirada en el horizonte y rememora algunos momentos, como "cuando enfermé de malaria en Africa o estuve detenido por sospechas en Afganistán", pero rápidamente dice que "los malos recuerdos nunca forman parte de mis charlas".

"La guerra es una cicatriz muy profunda que me invita a contar y divulgar la paz", dice Sigismondi. Y agrega que "tengo grabada en la retina mucho dolor, las imágenes de soldados pateando gente, los chicos y las mujeres llorando, y también el temblor de la tierra cuando un tanque pasa cerca".


Compromiso por la paz
Recuerda a un chico que le dijo "acordate que vos tenés la posibilidad de contar esta realidad pero que nosotros nos quedamos", y esa frase lo marcó tanto como "para hacer de la fotografía un compromiso activo por la paz".

El fotógrafo se obsesiona con el tema de la guerra y responde: "por comodidad o ignorancia muchos pueblos son avasallados y los occidentales destruyen con prepotencia formas de vida milenarias, imponiendo la idea de la globalización".

Y en medio de los viajes, este trotamundos solitario que no se afinca en ningún lugar, porque sencillamente siente que es un ciudadano del mundo, ha disertado en colegios profesionales, universidades y colegios, donde además de informar proyecta sus espléndidas fotografías. (Télam)

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Pablo Sigismondi, trotamundo de 43 años.

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