| sábado, 12 de julio de 2003 | Editorial Pami: hora de la verdad Si la corrupción es acaso el más grave de los problemas que afectan el funcionamiento normal de la Argentina, su emblema es el manejo que se le ha dado en las últimas dos décadas al Pami, la obra social de los jubilados.
Bastan algunas cifras para dar exacta noción de la importancia de esta institución en la vida del país: el presupuesto anual del Instituto, dos mil seiscientos millones de pesos, iguala al de la poderosa provincia de Córdoba y duplica al de Tucumán; el total de afiliados es de tres millones cuatrocientos mil, por cada uno de los cuales el Pami percibe setenta y cinco pesos; el total de empleados llega a once mil quinientos.
Esta megaorganización, sin embargo, dista de cumplir con eficiencia los trascendentes objetivos para los que fue diseñada y creada en 1971. Servicios deficientes y gastos descontrolados son los problemas principales, pero nuevamente conviene apelar a datos precisos para retratar la magnitud del desquicio: en Pami existe la friolera de 1.150 delegados gremiales (uno cada diez empleados) que le cuestan al organismo dos millones cuatrocientos mil pesos mensuales, cuando por ley deberían ser apenas 117 representantes; el sueldo promedio de los empleados es de $1.800, cuando un médico de cabecera percibe, también en promedio, $1.769.
El gobierno de Néstor Kirchner, después de un período inicial de auditoría, se ha decidido a tomar el toro por las astas e intervino la obra social. Pero tal decisión dista de resultar novedosa: desde el regreso de la democracia, en 1983, pasaron por el Pami nada menos que dieciséis intervenciones, amén de siete presidentes.
Lo que promete ser distinto en este caso es la fuerte voluntad política de llegar con el cuchillo hasta el hueso y producir un saneamiento real. Se estima, por cierto, que cumplir con esta misión no será sencillo, por cuanto los dos frentes de batalla -el prestacional y el laboral- presentan muchos puntos oscuros.
Desde las esferas oficiales se asegura que en ciento ochenta días se logrará regularizar el funcionamiento administrativo y establecer nuevos modelos de prestaciones. Ojalá el éxito corone la empresa. Sin dudas redundaría en beneficio de numerosos argentinos que hace mucho esperan recibir, simplemente, lo que merecen. enviar nota por e-mail | | |