| sábado, 12 de julio de 2003 | Charlas en el Café del Bajo -"¡Señorita, señorita, ese niño me molesta!"
-¿Qué le sucede, Inocencio, tuvo una regresión al pasado infantil, cuando se quejaba ante la maestra si un compañerito de aula le tiraba del guardapolvo?
-Nooo, estoy de alguna manera emulando al intendente de Rosario que ya empezó a quejarse porque el Tribunal Electoral de la provincia quiere hacer justicia y no hacer lugar al invento electoral llamado Encuentro Progresista. Me lo imagino a don Hermes quejándose en España y diciendo: "¡Felipillo, Felipillo los peronistas me molestan!"
-¿Y por qué se va a quejar a España?
-Dijo que va a denunciar "ante organizaciones no gubernamentales del país y el exterior, los presidentes de Brasil y Chile y el socialista español Felipe González, entre otros", la medida.
-Yo sé que a los amigos del bar no le gusta demasiado que hablemos de política, están cansados de tantas sandeces que dicen los muchachos y de preocuparse por cuestiones electorales y no de cosas trascendentes, pero hay frases que merecen la pena (realmente merecen la pena) divulgar porque en el fondo terminan siendo cómicas o tragicómicas. Mire, el socialista Binner dice que se va a quejar a Lula, a Felipillo y a Mongo Aurelio, pero note usted la propuesta de mi amiga la peronista Stanoevicha para Rosario: "Quiero ser intendenta de los rosarinos para alegrar a esta ciudad".
-¡Ahhhhh! Bueno, es una propuesta genial, pero de fácil realización. Basta con contratar a Los Alegres Orenzanos que paseen su música por la ciudad, o a La Murga Caradura. Ahora si se desea elevar el nivel de alegría ya habría que exportar algún número cómico de la Capital Federal o un cuarteto musical de Córdoba.
-Un buen recital de cumbia de Los Pibes Chorros también podría ser. Je, je, je.
-La frase que es genial es la del presidente Néstor Kirchner cuando le dijo al Lole Reutemann que quería en la lista de diputados nacionales de Santa Fe a Peirone y Marconato, intendentes de Rafaela y de Las Parejas, respectivamente. El corredor le preguntó el motivo y el primer mandatario parece que respondió: "Es un compromiso político".
-¡Qué bien que andamos en materia de candidatos y propuestas los argentinos mi amigo!
-Verdaderas joyas de las instituciones republicanas. A ver hagamos un resumen parafraseado de estas expresiones célebres, pero en un tono picaresco.
-"¡Felipillo, Felipillo, los muchachos peronistas me molestan!", Binner. "¡Saquen los pomos y las serpentinas que se viene la alegría!", Stanoevich. "¡Y Lole..., si son talentosos no sé, pero son amigos míos y tengo un compromiso!", presuntamente el señor presidente de la Nación.
-Quiere que le diga una cosa, al fin y al cabo hasta ahora lo más serio es Natale, Usandizaga y Hammerly.
-¡Cómo...,! Se olvidó de Obeid.
-La verdad yo creí en Obeid. Creí que iba a realizar las cosas mejor. Pero cayó en lo mismo de todos: en los inventos electorales con la hermana de Bielsa, en las mismas caras de siempre. Lo único que falta que lo designe después a mi amigo el abogado y traslade de nuevo la Jefatura de Policía.
-Bueno, esta vez la puede llevar al Puente Gallego. Pero yo a Obeid le voy a dar un consejo: si es gobernador y lo designa de nuevo al letrado, que a Pepe lo mande a otra área del Estado, porque sino después se empiezan a mirar de reojo como la vez pasada y se arman unos líos tremendos que termina pagándolos el ciudadano.
-Bueno, la última frase célebre, tristemente célebre, es la de Grondona el titular de la AFA cuando dijo que no hay árbitros judíos porque "a los judíos no les gustan los trabajos difíciles". Quiero decirles a mis amigos judíos que no hay mucho comentario por hacer. Quienes conocen la historia del pueblo hebreo sabrán que la frase es una bestialidad, fruto de un espíritu bestial con todo lo que implica ser una bestia en el sentido lato de la expresión. Es obvio que Grondona lleva tatuado en su cabeza el número "666". Lamentablemente, este país está como está porque muchos dirigentes también llevan estampada en sus cabeza esa macabra cifra. El que tiene oídos para oir, que oiga.
Candi II
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