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 sábado, 12 de julio de 2003

Propuesta solidaria de profesionales de la UNR
Vibrato: música, salud y educación

El viento helado se filtra por la ventana sin vidrios y la entrada del aula sin puertas. La música del violín desentona con el paisaje desolador, que es apenas una muestra del abandono constante que ha sufrido la educación pública. Pero es persistente, tanto como la idea que la sostiene y le permite seguir en pie en medio de tanta desidia. Como si el frío no existiera, Yoana Caballero, una nena de 11 años que cursa el 6º de la EGB, se aferra a su violín y sigue tocando. Sólo se detiene cuando se la interroga. Cuenta entonces que hace dos años está aprendiendo los secretos de este instrumento y que le gustaría ser maestra de violín, también que cada tanto debe pelear con algunos de sus 8 hermanitos para que no se lo arruinen.

El violín, el violoncello, la flauta y la guitarra llegaron a las Escuelas Nº 57 (EGB) y Nº 656 (polimodal) Juana Elena Blanco -que comparten el edificio en Pasco 453- de la mano de un proyecto de acción social: Vibrato. Convencidos de que la música -la buena música- es patrimonio de todos, un grupo de jóvenes profesionales de distintas disciplinas encaró esta propuesta basada en la salud, el arte y la educación. La idea se concreta a través de la música, pero busca también ofrecer una mirada distinta del mundo a un grupo de niños y adolescentes -tienen entre 7 y 19 años- que provienen de sectores de bajos recursos.

Para que los ideales no quedaran en palabras, enseguida se formó Vibrato; las autoras de la propuesta -Derna Isla y Guadalupe Aguirre- recuerdan que el grupo se sostiene de manera totalmente ad honórem. La asociación civil Conciencia lo encuadra en el marco de su personería jurídica. Tanto ellas como el resto del equipo son profesionales -egresados y estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario-, también integrantes de organismos como el Coro Lírico Pía Malagoli, el Instituto Pro Música de Rosario y la Orquesta Sinfónica Juvenil de la UNR.

En la actualidad son unos 60 los chicos que alternan, entre martes y viernes, luego del comedor escolar en los talleres de audioperceptiva (lenguaje musical), audición, flauta dulce, guitarra, conjunto instrumental, práctica vocal, improvisación y creación y cuerdas. A los de las escuelas Nº 57 y Nº 656 también se sumarán los de la Escuela Nº 58 y del Hogar del Huérfano.

Hace unos días Vibrato emocionó a su auditorio con flautas dulces, violines y el coro, interpretando desde temas sencillos hasta el Himno a la Alegría. Fue durante la presentación del libro "Pibes" (UNR editora) de Carlos del Frade. La sala estaba colmada, todos aplaudieron la actuación de Vibrato y el impulso que lo sostiene.

Antes habían estado en escena en su escuela Juana Elena Blanco -la que les brindan un apoyo incondicional-, también en la Cátedra Libre de Salud Pública la Facultad de Ciencias Médicas, junto a Jorge Fandermole. Para lo que resta del año tienen programadas otras presentaciones, entre ellas este lunes a las 20 en el foro de defensa de los derechos que organiza el Colegio de Psicólogos, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia.


Más ayuda
Derna Isla -egresada de la Escuela de Música de la UNR- asegura que entre los objetivos de Vibrato figuran la formación de una orquesta de cámara y luego la sinfónica. Sostenerse, dar continuidad al proyecto (ya lleva dos años), sumar más chicos requiere reunir los instrumentos musicales indispendables (la mayoría pertenecen a los profesores que les enseñan) además de la sensibilidad de este grupo de profesionales, necesita del aporte concreto de más entidades.

De hecho Vibrato no recibe y no ha recibido ningún aporte del Estado nacional, provincial ni municipal, sólo el reconocimiento como proyecto de interés educativo por parte del Concejo Municipal. "El resto son puras promesas de los políticos", dice Derna visiblemente dolida por la indiferencia.

Por estos días una empresa multinacional les donará unos violines y la Fundación del Banco Municipal hizo lo propio tiempo atrás. También hizo su aporte una persona anónima de la que sólo se sabe que está desocupada, pero al enterarse de la existencia de Vibrato y escucharlos se solidarizó con otro instrumento. Ese violín -hay que recordar que los más accesibles cuestan 300 pesos- ahora está en manos de Yoana. Pero hace falta mucho más.

En otro salón de la Escuela Nº656, Rubén Ruiz (19 años), Pedro Ojeda (17 años) y Joel Juárez (14 años), a su manera y en una extensa charla que comparten con otras compañeras, definen a Vibrato: "Hacer esta música en la escuela es la posibilidad de escuchar algo distinto y también de aprenderlo".

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Chicos de escasos recursos aprenden música.

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