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 sábado, 12 de julio de 2003

Los héroes cotidianos para enseñar valores
Alejandro Spiegel: "la escuela debe asumir la educación ética"
Una propuesta original pone en debate los modelos que consumen chicos y adolscentes

Marela Isaías / La Capital

Desde hace mucho tiempo, la educación en valores es un tema que convoca a la escuela. Nadie está en desacuerdo con esta misión, pero las diferencias aparecen a la hora de delimitar quién lo hace y cómo se logra tal objetivo. Para dirimir una cuestión tan compleja Alejandro Spiegel, especialista en temas educativos, propone una idea creativa: mirar a los héroes que cada uno admira y abrir el diálogo sobre lo que de ellos se valora. Para desarrollarla, durante tres años Spiegel trabajó en un libro: "Héroes invisibles. Historias de la vida cotidiana para educar en valores" (Homo Sapiens Ediciones).

El trabajo de Alejandro Spiegel -coordinador del proyecto "Nuevos recursos para la UBA en la sociedad del conocimiento" que se desarrolla en la Facultad de Filosofía (UBA)- se basa en una relación de diálogo y reflexión permanente sobre los modelos de vida que generalmente se presentan a los alumnos.

La propuesta no es acartonada ni moralista -en el sentido tradicional del término-. Por el contrario, invita a poner en escena qué se rescata y se rechaza del ser humano. "De alguna manera cada uno tiene su héroe. Esto tiene un costado bueno y otro no tanto. Porque dentro de una gran canasta aparecen como tales Jesús, Maradona, el viejo, un bombero y el chico que ganó el concurso de Escalera a la Fama", comenta el educador.

Por eso el autor de "Los chicos y el Quijote" y "Docente protagonista, docente compositor", plantea que aquí es donde comienza el trabajo de la escuela. En este sentido, toma el modelo de diálogo que proponía Paulo Freire y dice: "Es poner en escena el relato que cada chico construye sobre su héroe y empezar a delimitar qué se rescata de cada uno y por qué. Esto requiere del docente, de la escuela, de la mano adulta, como espacios distintos al consumo, y como posibilidad de construir conciencia".

Todos lo días

La escuela enseña valores todos los días. Spiegel argumenta así esta afirmación: "Se enseña con lo que se hace, a cada momento, cuando se premia o se discrimina; lo cual no es lo mismo que dar una clase o hablar de valores. Son cosas distintas". Y en esto el educador va más allá: cree firmemente que la "escuela sigue siendo el último bastión del diálogo público, donde el tiempo y la oportunidad para tomar esta educación son únicos. Entonces, si no es la escuela no es nadie".

Tomar los héroes, aquellos que no son de bronce, los que protagonizan historias todos los días de manera anónima y que se involucran "para ayudar al otro" y dialogar qué se rescata en cada caso es la base de trabajo propuesta por Spiegel a lo largo de su libro. Se trata de héroes no siempre visibles, y que, en todo caso, si los medios de comunicación se hacen eco de ellos es porque justamente actúan en una situación límite.

Llevar adelante esta educación no es algo simple. Sobre todo porque la escuela sobrevive en medio de una cultura basada en el exitismo. "El desafío que tiene -dice Spiegel- es construir una sociedad mejor a la que tenemos. Educar en valores es algo instrumental para conseguirlo".

Cuando los chicos opinan

"Para mí un héroe es una persona que ayuda a los demás. Uno cuando piensa en héroes piensa en los de las películas, pero también están los humanos de verdad, que ya sólo con sacar a una persona del agua (por ejemplo) se puede convertir en uno". La opinión corresponde a Julia Mayorano, alumna del 6º año de la EGB de la Escuela Nº 55 Domingo F. Sarmiento.

La reflexión no es casual, es el resultado de un proceso donde el intercambio de ideas tuvieron lugar, donde se habló de la guerra y la paz, de los derechos humanos y de la solidaridad mostrada en una situación límite como la que se vivió con la inundación en Santa Fe. Esta tarea la emprendió la maestra de Julia, Débora Caminos, quien afirma que "es imprescindible que los educadores revisemos cómo nos hemos formados".

Para explicar esta idea, Débora se pregunta: "En nuestros libros de estudios se hacía una apología del mundo heroico, ¿o acaso la patria no se nos presentó como algo formado por los héroes y en las batallas?". El trabajo que encaró con sus alumnos de los 6º y 7º años de la EGB abarcó distintas áreas, se dio un tiempo de diálogo y respondió a un claro proceso de aprendizaje. "Es necesario -insiste la docente- desmitificar al héroe y hacerlo más humano, empezar a reconocerlo en los gestos anónimos, como muestran los científicos que trabajan por el país o quienes abren comedores comunitarios, alimentan a tantos chicos y no buscan celebridad".

El pensamiento de Débora se corresponde con el de una figura pública, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, quien hace poco, en una conferencia brindada en Rosario, contaba como anécdota que cuando le preguntaban quién era su héroe, él respondía "mi abuela". Simplemente porque, a pesar de que no tenía ni los estudios mínimos, ella "labraba la tierra y procuraba todos los días la comida a sus hijos".

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Para los niños lo heróico pasa por la solidaridad.

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