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 domingo, 29 de junio de 2003

Educación para adultos: con letra mayúscula

Marcela Isaías / La Capital

Hace menos de un año, en un encuentro con alumnos que cursan la escolaridad básica, Ana, una paraguaya de 56 años, relataba con emoción que hacía poquito había podido aprender a leer y a escribir. Las primeras experiencias escolares de esta mujer habían transcurrido cuando era chica, pero -como tantas otras niñas- tuvo que abandonar la escuela para trabajar y ayudar a su familia.

La historia de Ana tuvo en esas circunstancias una doble significación. Por un lado, sirvió para reforzar en los más pequeños la idea de que la escuela es algo importante, pero también para mostrar una realidad que para Latinoamérica es moneda corriente: la cantidad de personas que no han accedido a la escolaridad o no han podido concluirla.

Más alla del avance de las nuevas tecnologías, las discusiones académicas sobre cuáles son los mejores métodos de enseñanza y los infaltables discursos a favor de la alfabetización, la realidad indica que que "la proporción de analfabetos adultos en la población alcanza a 41 millones de personas", en tanto que "110 millones de jóvenes y adultos no han culminado su educación básica primaria, lo que implica un manejo deficitario de competencias básicas de lectura, escritura y cálculo".

Estos datos fueron aportados en una reunión de ministros de educación de la región realizada a fines del año pasado en La Habana, en una actividad organizada por la Unesco y conocida como Proyecto Regional de Educación para América latina y el Caribe (Prelac). En ese momento, los titulares de las carteras educativas explicaron también que "si bien no existe suficiente información regional sobre analfabetismo funcional, las evidencias existentes apuntan a que se trata de un fenómeno particularmente alarmante por su magnitud".

Pero, además, que estas formas de exclusión -como no saber leer ni escribir- se dan con más fuerza en las personas de mayor edad, en grupos de culturas originarias y en los que habitan en zonas rurales y aisladas. También que las mujeres son las más afectadas y, desde ya, las poblaciones más pobres.


A lo largo de toda la vida
Dos buenas noticias corren por estos días en torno a la educación de adultos: una toca de cerca a los adultos argentinos y es el anuncio -con tono de compromiso- del actual ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, de devolver a esta modalidad -al menos- un lugar en la agenda del debate. En este sentido, aseguró que entendía a tal educación como aquella que para muchos era una materia pendiente y también como la que debe alcanzar a todos a lo largo de toda la vida.

Basta recordar que la enseñanza destinada a estos sectores ha venido sufriendo bastantes desplantes. Entre ellos, la carencia en la ley federal de una contemplación acorde a la necesidad que la modalidad plantea, ya que sólo figura como un apartado. Y, en un terreno más cerca, el desplazamiento institucional que sufrió esta enseñanza en la provincia de Santa Fe a fines del año pasado, al ser fusionada -antes era una dirección provincial- con la dependencia que atiende a las llamadas escuelas primarias, quitándoles la categoría que la modalidad requiere.

La otra buena noticia para este sector es que pasado mañana se pondrá en marcha en Venezuela el Plan Nacional de Alfabetización "Yo sí puedo. Misión Robinson", que promete alfabetizar a más de un millón y medio de venezolanos en tres meses, en un plan apoyado en los medios audiovisuales y por supuesto en libros y lápices.

La puesta en marcha del plan demandará la participación de unos cien mil voluntarios, mientras que ya se implementó una prueba piloto en varios barrios de Caracas. Aunque la iniciativa haya sido cuestionada por la oposición al gobierno chavista, argumentando que se la usará "para adoctrinar", la decisión política de concretarla convierte en anécdota a dichas críticas.

El método que se aplicará está diseñado sobre el modelo cubano, reconocido por la Unesco recientemente en París. En este sentido, la pedagoga cubana Leonela Ryder explicó que el esquema aplicado en el plan piloto utiliza "novedosas técnicas de enseñanza y la facilidad que ofrecen los medios audiovisuales", en tanto que "se apoya en el optimismo constante del estudiante, que no puede ceder espacio al pesimismo y la tristeza".

"Se trata -agrega la pedagoga en una entrevista realizada en el diario Granma- de un sistema de enseñanza didáctico y fácil, donde el rol de educador debe ser jugado por el facilitador. Como lo indica la palabra, es él quien debe propiciar, conducir, ayudar, contribuir y servir de vehículo al desarrollo del método. De su sabiduría y entrega depende que las personas pierdan la timidez y el temor por lo desconocido, y sientan la necesidad de proseguir las clases y llegar hasta el final".


También de calidad
Lo cierto es que, tal como lo plantearon los ministros reunidos en la Prelac, el panorama de empobrecimiento y de exclusión social que caracterizan a los países latinoamericanos "reclama políticas públicas orientadas a superar las causas que generan tales desigualdades, entre ellas políticas educacionales que aseguren a todas las personas aprendizajes de calidad a lo largo de su vida". Sobre este aspecto y el otro lado de la educación de adultos que señalara Filmus -el de formación continua- hay acuerdo en que el aprendizaje a lo largo de toda la vida excede la compensación de estudios inconclusos y apuesta también a la educación superior, la formación técnica vinculada al trabajo y el perfeccionamiento profesional.

Para concluir sobre lo que la atención a un derecho cercenado como es la educación y la atención a los adultos significa, vale como ejemplo lo que contaban dos periodistas que por estos días cubrían la experiencia piloto realizada en Venezuela: "María del Carmen Rivero tiene un hermoso nombre, pero nunca ha podido escribirlo. A los 73 años, como quien abre por primera vez sus ojos al mundo, desliza el lápiz sobre una hoja de papel y descubre las vocales de su libertad. En un susurro, sin apartarse del cuaderno, cuenta al periodista que está a punto de realizar dos anhelados sueños: escribir una carta a su familia y leer, ella solita, la Constitución de su país".

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Los adultos pueden acceder a la escolaridad básica

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