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 domingo, 29 de junio de 2003

La niñez desde San Agustín a Descartes y de Rousseau a la actualidad
"La infancia de hoy no vive menos horrores que la de antes"
Para el psicoanalista Volnovich, pensar el porvenir de los niños obliga a rever el ayer

Laura Vilche / La Capital

Cuando se le pregunta al médico y psicoanalista infantil Juan Carlos Volnovich cuál es el porvenir de la infancia, apela al pasado, porque dice que no sabe de profecías. Pero asegura que si se conoce cómo el adulto consideró y trató al niño a lo largo de la historia se podrá entender por qué aún los trata con horror. "Hubo épocas en que al niño se lo fajó para frenar sus instintos, momentos en que era común hacerle escribir cientos de veces una palabra y tiempos en que se pensó que no tenía libertad. Las cosas cambiaron pero ahora la infancia no vive menos horrores. Algo debe andar muy mal cuando las estadísticas demuestran que la mayor parte de los argentinos pobres son niños, y la mayor parte de los niños son pobres. Pensar en su porvenir obliga a rever al niño de ayer y de hoy".

Volnovich participó ayer del panel de cierre de "El mundo en juego", el encuentro de educación y cultura que organizó la Municipalidad de Rosario sobre el porvenir de la infancia en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC).

-¿Antiguamente se creía que los niños eran adultos en chiquito?

-Sí, tanto es así que en la plástica de la Edad Media uno ve la figura de los niños así, como si fueran enanos. No le entraba al adulto en la cabeza que el niño correspondía a un universo distinto que el del adulto. El concepto de infancia cambió a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Sabe como veía San Agustín al niño en el siglo IV?

-¿Cómo?

-Como un pecador. El, que había sido un pagano, un atorrante de hoy día luego convertido a la religión, sostenía que si a los niños se los dejaba hacer lo que querían no había crimen que no serían capaces de cometer. El rompe el mito de la inocencia infantil, del paraíso de la infancia.

-¿Por eso la idea de lavar el pecado original con el bautismo?

-Claro, si sos malo de nacimiento, el bautismo te salvará. En esa época a los chicos se los fajaba, se los envolvía como matambres con excrementos y todo adentro para frenarles los malos instintos. Lo interesante es que Freud, mucho después, al hablar de sexualidad infantil continuará la idea de San Agustín y dirá que es verdad que el niño no es inocente, pero que eso no está mal. Algo así como que los chicos son unos chanchos y que no hay que tener culpa por ello.

-¿Cómo sigue la historia?

-El dueño de la racionalidad, René Descartes, también descubre algo maravilloso. Que la lógica de los niños no es igual que la del adulto. Considerará al niño como un ser equivocado y por eso abundarán las medidas de corrección y control como la de escribir cien veces bien la palabra que tuvo un error ortográfico. Jean Piaget explicará después que el niño no estaba equivocado, sino que vivía una lógica previa y necesaria a la del adulto, lógica que había que respetar. Después vendrá la idea de niño esclavo en la época de Rousseau.

-¿Cómo era eso?

-Los enciclopedistas sostenían que los niños eran propiedad privada de los padres, sus esclavos, que venían al mundo para atenderlos y que la deuda se cancelaba con la muerte. Con la idea del contrato social, Rousseau sostendrá que los niños son tan libres como sus padres, pero en realidad el único libre será el padre porque a la madre se la hará cargo aquí de toda la crianza. Nace la idea de la madre abnegada que vive para sus hijos. Y llegamos al siglo XX, el de Piaget, Montessori y Freud. "El siglo del niño" donde se lo toma como objeto de estudio, de cuidado y tutelaje, el momento en que nacen Unesco y Unicef. Los niños ya no son víctimas, sino protagonistas, pero ¿qué pasa?

-¿Qué pasa?

-Nos encontramos con estadísticas en torno a la infancia como la del Instituto de Estudios de la CTA. En octubre del 2001, antes de la catástrofe económica, el 56,6 por ciento de los menores de 18 años eran pobres. En mayo del 2002, después de la catástrofe, el 33,1 por ciento de esos menores de 18 años (4.131.000 niños) vivían bajo la línea de indigencia y eso ha ido creciendo desde entonces. Y aún peor, del total de menores pobres e indigentes, el 40 por ciento se concentra en el tramo de 6 a 12 años. La conclusión es que en la Argentina, la mayor parte de los argentinos pobres son niños, y la mayor parte de los niños son pobres.

-Si este es el presente, ¿cómo imagina el porvenir?

-No puedo aventurarlo, siempre que imaginé algo para el futuro me equivoqué. Sí puedo decir que si los adultos ya hemos considerado, y en alguna medida lo seguimos haciendo, al niño como "pecado", "equívoco", "esclavo" y "objeto", es hora de que no sólo el Estado, sino toda la sociedad civil lo piense como "sujeto de derecho".

-¿Es decir?

-Es decir que ahora es objeto de consumo, más cliente que alumno, alguien regido por la lógica "consumo, luego existo". Alguien que tiene padres que ya no son los de antes, esos que cuidaban y protegían, sino sponsors. Hay un acuerdo tácito entre el gobierno y las ONG de hacer algo: campañas y programas para proteger, tutelar y cuidar a los niños. Pero creo que más que actuar como patronatos de la infancia los adultos debemos pensar cómo vemos ahora al niño. Porque todos los niños, sin dejar a ninguno afuera, tienen derecho a ser sujetos deseantes y no objetos de cuidados. Esto es niños y niñas a los que se les respete su dignidad, que vayan y vengan de los lugares públicos sin riesgo de padecer restricciones legales. Niños y niñas con libertad de expresarse a su modo, sostener sus creencias religiosas, jugar, hacer deporte y divertirse. Participar de la vida familiar y comunitaria. Que puedan buscar refugio, cuidado y orientación. Seres humanos dignos de respeto.

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