| sábado, 28 de junio de 2003 | Fórmulas repetidas y falta de riesgo caracterizan a los envíos del género La televisión extraña los tiempos de gloria de los programas cómicos Alfredo Casero, Juana Molina y Carlos Perciavalle hablan de la poca calidad de la risa en los últimos tiempos de la TV Rodolfo Bella / La Capital La televisión se quedó sin programas de humor. El telespectador puede intentar reírse con el oportunismo de "CQC", sumergirse en el pasado y comparar "La peluquería de los Mateos" con el humor guarro del original; revivir los deslices de la actualidad con "TV registrada" o revisar la realidad con la mirada burlona de Moria Casán en "Gracias por venir". Pero el humor hoy explota sólo una misma y trillada fórmula. Es probable que Alberto Olmedo y Tato Bores miren con nostalgia desde su nube tanta ausencia, mientras un Porcel redimido se hace cruces ante tanta grosería disfrazada de transgresión y Antonio Gasalla espera poder hacer algo más que Mamá Cora.
Alfredo Casero fue el artífice del ya mítico "Cha cha cha". Hoy se dedica a la música, a cantar en japonés y a disfrutar de una vida más relajada en Puerto Madryn. El actor aseguró a La Capital que no extraña su programa y fue lapidario sobre el tema del humor: "Algunas cosas que hay ahora me dan pena".
Profundizando la idea, Casero explicó: "Los cómicos somos sumamente peligrosos en este país donde quieren manejarte, por eso escasean. Hay cosas como lo de Tinelli, pero ahí todo era a base del amiguismo".
El creador de "Cha cha cha" apuntó también contra programas instalados en el imaginario como paradigmas del humor inteligente, identificados por un sector de la intelectualidad como referentes de algún tipo indefinido de justicia: "Miro «CQC» y pienso que no se puede escupir en la cara a un presidente recién electo o cagarte de la risa de él porque es el tipo que eligió todo el pueblo. Es como si fuera humor, pero no lo es. Además no tienen el peso político para hacerlo. Tato Bores lo tenía, porque un cómico es un artista".
Casero descartó que hoy pueda existir un humor político: "El humor político te deja algo. Estos son todos amigos del poder, les lamen el culo, mandan cartitas, se llaman por el nombre. Todo eso me da pena".
Juana Molina, la creadora del popular "Juana y sus hermanas", ahora vive de la música y descansa de sus giras por Estados Unidos, Europa y Oriente en su casa de la provincia de Buenos Aires. Mientras se prepara para recorrer los locales Blue Note de Estados Unidos y Japón, Molina contó a La Capital que la actuación fue nada más que un medio para obtener dinero y poder seguir su auténtica vocación de cantante.
Para ella hoy el humor en televisión pasa por ser una moda basada en las "personas comunes y la familia tipo". "Además -continuó- siempre me pareció que faltaban libretistas y que no hay escuelas. Cuando un programa funciona, es por la gracia del capocómico pero todo está agarrado con alfileres, como lo que hacía Olmedo, que no era nada, pero estaba él y eso era suficiente".
"Si leés los libretos de los programas, son un bodrio -sentenció-. La gracia no tiene nada que ver con la actuación, no se aprende, es una cosa natural con la que nacieron Olmedo, Niní Marshall o Gasalla. Creo que los programas de humor en Argentina siempre estuvieron sostenidos por el don de quien los hace porque el libreto por sí solo es una porquería. No hay un chiste, ni una situación graciosa".
Al intentar explicar el éxito que tuvo con sus proyectos, Molina reflexionó: "Con mi programa estaba todo armado en función de la gracia de los personajes, pero no se si el libreto era gracioso. Te podías reír con un par de chistes, pero de casualidad. A muchos les pueden gustar, pero todo lo que hay hoy, sean las telecomedias o las telenovelas, me parece un bodrio", explicó.
Carlos Perciavalle fue junto a Antonio Gasalla uno de los dúos por excelencia del café concert de los años 60. Perciavalle, fiel a su estilo, realiza giras con su espectáculo "El show de Carlos Perciavalle" y analiza una propuesta para una versión del cuento de Caperucita Roja en teatro.
"Creo que hay un interés general creado para que no haya humor en televisión porque al único pueblo que no se lo puede dominar es al que se ríe -opinó el actor-. Sin estar de acuerdo y sin que esté escrito, hay algo tácito sobre eso. Para ver algo, sólo queda el cable, cuando tenemos los cómicos más maravillosos del mundo".
Perciavalle coincidió con Casero y Molina en relativizar el éxito de programas como "CQC" o "TV Registrada": "Aunque es el único humor que queda, lo hacen a costa de los políticos. Son programas que usan a la televisión porque están hechos con trozos de cosas de las que se ríen. Parece que hubiera una intención de sacar lo peor y no lo mejor de nosotros".
El humor cedió finalmente ante la oleada de neo-neorrealismo. La televisión actual carece de guionistas que aborden el humor sin prejuicios y sin el recurso fácil de la burla. También la inversión es mucho menor cuando sólo se utiliza una cámara y fragmentos de información que otros generan. La creatividad, la sorpresa y la agudeza están ausentes. O van por caminos separados. Y el reencuentro parece difícil. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Fidel Pintos y Javier Portales, dos grandes. | | |