La deuda argentina

Casi como una ironía burlona, lo más granado del capitalismo vernáculo se reunió con el presidente del FMI en el salón Martín Fierro del Sheraton Hotel de Buenos Aires. Con menos ironía y menos burla, el alemán Horst Köhler les dijo en esa oportunidad a los señores argentinos del dinero que en los países normales los capitalistas reinvierten sus ganancias en lugar de fugar divisas. Pero más allá de cualquier pirotecnia verbal, el argentinito que asome a la vida a partir de estos días les deberá a los señores del FMI algo así como 3.800 dólares per cápita, es decir unos 140 mil millones de la verde moneda, según los estudios de la UBA, más los intereses que sólo Dios podrá calcular, si es que tiene una calculadora científica con muchos, muchos, pero muchos ceros a la derecha. Esto quiere decir que el debate de fondo, con el Fondo, es el que se viene. Ahora el gobierno de Kirchner deberá demostrar que tiene algo más que los nobles (y necesarios) intentos de limpiar el Pami, la Suprema Corte de Justicia, los resabios militares de la última dictadura y la policía corrupta. Es ahora que deberá empujar a la sociedad argentina a que opte por pagar la deuda externa a como dé lugar, o bien plantear que esa deuda se pagará a partir del crecimiento del país y no antes. Porque ningún país pierde casi un 20% de su PBI en cuatro años y logra salir ileso. Porque ninguna nación logra bajar un índice de pobreza del 57% y casi un 28% de indigencia, pagando a como dé lugar. Porque cuando las dos terceras partes de una sociedad tienen serios problemas de empleo, hay que pensar que ya no hay espacios ni para la burla, ni para las ironías a las que estaba acostumbrada la clase dirigente de Argentina. Porque cuando un país llega a donde llegamos nosotros, hay que pensar en serio, aunque el Fondo tenga que esperar para cobrar.

Lalo Puccio