 |  | cartas Salud reproductiva
 | Para disminuir el elevado número de madres adolescentes en nuestra sociedad, lo que trae aparejado dramas familiares, abortos, padres borrados, madres niñas traumatizadas y con su futuro arruinado, criaturas carentes de padres y con madres inmaduras, etcétera, se han sancionado o proyectado leyes llamadas de salud reproductiva, además de propiciar educación sexual en los colegios, iniciativas estas últimas que en realidad consisten en mera instrucción o información pero no en verdadera educación. Pero la nota publicada en La Capital el 2 del corriente pasado que denuncia que en Bariloche pese a la información que se brinda a las adolescentes respecto a métodos de prevención de embarazos y a la facilidad con que pueden acceder a medios anticonceptivos, hay un elevado porcentaje de madres precoces, nos indica que tales iniciativas y métodos aunque útiles, no son suficientes, que hay que ir mas allá que brindar simples conocimientos y facilitar preservativos u otras cosas. La médula del asunto es brindar verdadera educación, integral, dentro de ella la faceta sexual, que persuada a los jóvenes de tener una sexualidad sana; que así como algo tan natural o necesario como la alimentación puede ser dañino si es inadecuada, análogamente la sexualidad que es natural, linda y hasta necesaria debe ser ejercitada conforme la salud y la moral, evitando relaciones prematuras, promiscuas, apresuradas, antinaturales o inseguras. Para ello los padres, educadores, medios de comunicación, gobernantes y organizaciones intermedias deben constituir un frente común para afrontar esta problemática y otros flagelos tales como la drogadicción, alcoholismo, delincuencia juvenil, fracaso escolar o laboral, etcétera. La solución real consiste en inculcar a los jóvenes valores, la cultura de la responsabilidad, el esfuerzo, la autodisciplina, reglas morales, autofijación de metas, etcétera. Es un proceso de difícil y de lenta concreción pero es la verdadera solución. Lo demás son paliativos, parches o espejitos de colores. Los adultos tenemos una gran responsabilidad, no la rehuyamos. Raúl Ghione
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