Año CXXXVI
 Nº 49.875
Rosario,
martes  17 de
junio de 2003
Min 7º
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Clausura 2003
River, arriba con una ayuda de los enemigos
Llegó impensadamente a la punta de la tabla merced a la involuntaria mano que le dio Boca

Aunque suene paradójico, Boca Juniors le dejó anteayer el camino libre a River Plate para que se encamine hacia el título del Clausura, en una decisión que hasta pareció consensuada entre cuerpo técnico y jugadores, que radicalizaron su apuesta a la Copa Libertadores.
La decisión del entrenador Carlos Bianchi de optar por un equipo de habituales suplentes para afrontar el campeonato local obviamente que iba a tener su costo, más temprano que tarde.
Y ese precio Boca lo pagó muy caro, pese a que la diferencia de apenas un punto que lo separa de su rival de siempre pueda llamar a engaños.
Es que como bien dijo el técnico riverplatense, Manuel Pellegrini, "ahora River depende de sí mismo", y con ganar los nueve puntos que quedan en juego será campeón, sin importarle lo que hagan o dejen de hacer los demás, incluido el otro escolta, Vélez Sarsfield.
Pero lo que seguramente deben lamentar, y mucho, los hinchas xeneizes, es que su equipo se baje del campeonato cuando estaba primero y sin compañías.
Porque distinta sería la historia, y hay antecedentes del caso, si los boquenses estuvieran metidos en la pelea por el título pero sin el privilegio de ostentar el liderazgo absoluto.
No es lo mismo resignarse a dejar pasar algo posible pero no tangible, que hacerlo teniendo el objetivo entre las manos y cediéndoselo, con conciencia de que ello es así, a su más enconado adversario.
Pero lo que hace Boca encierra también un doble riesgo, que también provoca un por ahora oculto temor en sus aficionados, y pasa por la lacerante alternativa de terminar quedándose con las manos vacías después de estar a punto de adueñarse de todo.
Esto marca, una vez más, que delgadas son las fronteras que separan al éxito y el fracaso en el mundo del fútbol, donde los que ayer eran castigados hoy son héroes, y viceversa.
¿Que pasaría, por ejemplo, si River ganara el torneo Clausura y Boca se quedara sin la Copa Libertadores, así sea perdiendo la final en definición por tiros penales?
Pues que Pellegrini, cuestionado a más no poder luego de quedar River eliminado de la Libertadores y empatar con Boca en la Bombonera luego de ir ganando dos a cero, todo en la misma semana, recuperaría otra vez el crédito de los hinchas.
Ese crédito del que el chileno disfrutaba justamente antes de esos partidos, cuando sus dirigidos acumulaban una decena de victorias consecutivas, estaban al tope del Clausura y venían de un triunfo histórico nada menos que ante el Corinthians, en el futbolísticamente inaccesible territorio brasileño.
Y por contrapartida Bianchi, a quien se le elogian hasta los errores, entraría entonces en un para él desconocido terreno de reveses, aunque lo hecho hasta ahora ya merece un reconocimiento unánime más allá de los posibles títulos que pudieran o no lograrse.
Es que este momento de Boca, seguramente envidiado por muchos, es también el más difícil, porque al estar a punto de concretar grandes conquistas la ilusión es desmesurada, pero también la alternativa lógica de perderlo todo está a la vuelta de la esquina.
Y si esto último ocurre, obviamente la decepción será también mucho más fuerte, máxime cuando las posibilidades de tener algo están en los dos extremos del camino y no en uno solo.
Pero así está el fútbol argentino de hoy día, con un Boca preocupado porque no sabe que torneo ganar, mientras otros se desloman tratando de aferrarse a la primera división con uñas y dientes y otros tienen como único objetivo ver como hacen el año que viene para pegar la vuelta desde la B Nacional.
Al Clausura le quedan tres fechas y arriba está todo por decidirse, mientras que mucho queda por resolverse abajo. Aunque en el primer caso los festejos parece que pueden tener a Núñez como escenario. (Télam)



Los millonarios dependen sólo de ellos para festejar.
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