 |  | La Justicia autorizó a un joven a seguir utilizando el apellido materno
 | Guillermo G. no supo quién es su padre hasta hace muy poco, cuando ya había cumplido los 21 años y legalmente se había convertido en mayor de edad. Su progenitor siempre lo había negado y después de dos décadas finalmente tuvo que rendirse ante las evidencias: una prueba genética probó que es el padre del muchacho. Aunque esto hubiera significado que pasara a usar el apellido paterno, él decidió que quiere seguir llevando el de la madre, que es como lo identifican todas las personas que lo conocen, y ahora un magistrado acaba de reconocerle judicialmente ese derecho. La historia de Guillermo comenzó en 1980. En esa época su madre se puso de novia con un vecino y al poco tiempo quedó embarazada. Ella siempre sostuvo que la gestación fue producto de la relación con aquel hombre, pero éste se negó a reconocer la paternidad y mantuvo esa actitud durante años. Mientras tanto, Guillermo se crió sin padre. Fue a la escuela, cantó en un programa de televisión infantil e ingresó en una academia. Lo hizo con el apellido de la madre, que es como lo anotaron. Pero la mujer se mantuvo firme: años después inició una demanda judicial porque quería que su ex novio reconociera la paternidad del chico. Paralelamente, pidió en nombre del hijo que éste continuara llevando su apellido, algo que él mismo ratificó ante la justicia cuando atravesó la barrera de los 21 años. Ni así el hombre aceptó la paternidad porque, según él, tenía dudas. Sin embargo, sí accedió a someterse a la realización de una prueba de ADN para despejarlas. El resultado fue contundente: según los expertos, no hay resquicios de duda de que se trata del padre de Guillermo. Entonces sobrevino la otra discusión. ¿Cómo se llamaría ahora el joven? Su voluntad fue clara: quería seguir utilizando el apellido de la madre porque así es como lo conocen en todos los ámbitos donde se desenvuelve. Es lo que tuvo en cuenta el juez de Familia Ricardo Dutto a la hora de dictar su veredicto. Para el magistrado, el joven tiene derecho a conservar ese apellido porque a esta altura ya forma parte de su identidad. Por eso, aunque ahora ya sabe quién es su padre, fue autorizado a seguir utilizando el apellido que lo distingue desde siempre.
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