Pedro Squillaci / La Capital
Es parte de la historia viviente del humor argentino. Sin embargo, Juan Carlos Calabró sorprende: "Yo no soy nada gracioso, hago cosas graciosas, que es distinto". Entre esas "cosas graciosas", el actor regresó a la pantalla con un éxito: "El contra". El programa sale al aire los sábados, a las 21, por América, y como es habitual, hace el dueto en compañía de su contracara, Antonio Carrizo, con quien redacta los libretos del ciclo. "La gente pedía a gritos un programa sin groserías", destaca para argumentar los motivos de su vuelta a la televisión después de cinco años. Aunque insista que no es gracioso, Calabró hace reír sin proponérselo. En diálogo con La Capital inicia la charla con un campechano "qué dice, mi amigo", y mecha a cada instante salidas lunfardas muy acordes a sus 69 joviales años. Lo cierto es que Renato Pasalacua y su amigo imaginario, Pedro, ya tienen aire de nuevo, como en 1965. "Repasé los viejos capítulos y vi que cada programa era una pequeña antología del humor", indicó el cómico que hoy recibirá a Nito Artaza e Ingrid Grudke. -¿Tenía muchas ganas de volver con "El Contra"? -No sé si ganas, pero respondió un poco a la necesidad que tenía la gente, que estaba pidiendo a gritos un programa sano sin golpes bajos, sin groserías, que pueda ver en familia. Muchas veces me pedían videos de la vez que hacía el sketch con Carrizo. Y mirándolos me di cuenta que son una maravilla, cada programa es una pequeña antología del humor. -¿Qué tiene este Contra de nuevo? -Tiene el formato tradicional, pero con un aditamento. Y es que Renato Pasalacua (el personaje de El contra) es representante de un grupo de chicas que cantan, y entonces puede contar todas las peripecias de todas sus salidas. -¿Puede contar alguna? - Por ejemplo tengo preparado decir: "Hicimos Baradero, Quilmes, Campana". Entonces el tipo (Carrizo) me pregunta: "Pero, escúcheme, si estaban en Baradero por qué no fueron a Campana, que queda más cerca, y después a Quilmes". El contra: "No, lo que pasa es que mientras tanto, en Campana, actuaban Los Redonditos de Ricota, y nos vino bárbaro porque cuando se fueron los Redonditos el público estaba calentito". Carrizo: "¿Esperándolos a ustedes?". El contra: "No, no, con los Redonditos, porque tocaron cuatro piezas y se fueron" (risas) -¿Cuándo había sido el último capítulo de El Contra? -Fue en diciembre del 97. Estuvo en pantalla desde el 65, con algunas interrupciones, lo hice un año en "Calabromas", paramos otro año, después lo hicimos en "Operación Ja Ja" hasta que del 89 al 97 estuvimos los 9 años con Antonio en el 9. -¿La gente podrá verle la cara a Pedro de una buena vez? -Pedro va a estar, pero no se lo va a ver nunca, porque la idea es que la gente lo imagine a su manera. Ni yo sé como es. -¿Lo identifican más por Renato o por Aníbal, el pelotazo en contra? -Aníbal es un personaje que pese a que hace desde el 88 que no lo hago ha calado hondo. Todavía se dice "tu ruta es mi ruta" y en las canchas se canta "qué alegría, qué alegría, olé, olé, olá". -Cuando ve en el canal Volver a las películas de Johnny Tolengo ¿siente ternura o dice "mirá lo que hice"? -No, siento un poco de vergüenza, pero en su momento valía. Es como un cocinero que mientras está en la cocina, con su gorro y todo, pasa desapercibido, pero si lo ponés en el living queda como un ridículo. -¿Qué le dejó el personaje de Ciro D'Alessandro en "Campeones". -Me quedó la satisfacción del deber cumplido, lo tomé como un desafío porque nunca había hecho tiras, ni orillado la vena dramática, y salí airoso. -¿Le parece que Argentina se quedó sin capocómicos? -Puede ser Nito Artaza, pero tampoco porque la vez que incursionó en la tevé no tuvo suerte, aunque triunfó en teatro. Son incongruencias que tiene este medio y que no sabés a qué atribuirlas. A lo mejor si le fuera bien en la tele no le iría bien en el teatro, porque dicen que la gente tiene gratis en casa lo que después tiene que ir a pagar para verlo. -Pero con Olmedo era distinto. -Lo que pasa es que él era un intuitivo. Yo nunca hubiese salido a trabajar como lo hacía él. Olmedo pedía el libreto diez minutos antes, viste, le daba apenas un vistazo y salía. En cambio yo, si no me siento con Carrizo, bocadillo por bocadillo a perfeccionarme, no lo hago. -¿Es tan meticuloso en su trabajo? -Extremadamente, lo nuestro es producto del trabajo. Ninguno de los dos somos graciosos. -¿No se siente una persona graciosa? -No, no soy nada gracioso, hago cosas graciosas que es distinto. Es así, no te voy a empaquetar. -A esta altura de su carrera, ¿le quedan ganas de meterse en el frenesí del rating, de la picadora de carne que es la tele? -Mirá, si los sábados me ve cada uno de los que me preguntan en la calle cuándo vuelve el contra, no bajo de los 15 puntos. -Es todo un desafío. -Cuando hablé con Carlos Avila le dije: "Le prometo dos dígitos". Y ahora tengo que cumplir, no puedo quedarme en 7 u 8. Con 9 y medio por ahí zafo, pero tengo que hacer de 11 a 15. La verdad es que me sobra confianza para lograrlo.
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