Año CXXXVI
 Nº 49.870
Rosario,
jueves  12 de
junio de 2003
Min 9º
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Editorial
Un punto de equilibrio

La decisión municipal de expropiar la ex sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, en la céntrica esquina de Córdoba y Moreno, para instalar allí el Museo de la Memoria emana de un fundamento de raíz incuestionable: la necesidad de recordar de manera perenne los horrores cometidos en la Argentina durante la última dictadura militar. El criterio que anima a quienes sostienen la inevitabilidad de que el Museo se instale en ese emblemático edificio —en el cual funcionó un centro clandestino de detención— encuentra nítidos paralelos en Europa, donde los campos de concentración del nazismo fueron preservados tal cual se los halló para evitar que la memoria de la barbarie se perdiera. Sin embargo, en la resolución hecha pública por el secretario de Gobierno municipal anidan dos aspectos que ameritan una reflexión, ya que la convierten en cuestionable.
El primero de ellos es el elevado costo que deberá abonar por la expropiación del majestuoso inmueble el municipio, dinero que saldrá inevitablemente del bolsillo de todos los rosarinos. La fuerte crisis económica que se atraviesa y las notorias falencias estructurales que padece la ciudad tornan innecesario abundar en consideraciones al respecto: sin dudas que no resultaría complejo hallar destinos más urgentes y útiles para esa suma.
El otro elemento que no corresponde ignorar es que en la casona funciona actualmente un bar temático que da trabajo a un grupo de rosarinos. Y si bien ese hecho podría ser evaluado como menor dentro del análisis del tema, no parece gratuito advertir sobre la inoportunidad que reviste el cierre de cualquier fuente de empleo en momentos tan difíciles como el presente.
La ponderación adecuada de todos los elementos y el balance cuidadoso de cada uno de ellos en sus aspectos positivos y negativos constituye una innegable virtud cuando se ejercen funciones de gobierno. En este caso, sin embargo, parecerían haberse sopesado exclusivamente los beneficios que traerá aparejados la expropiación para la sociedad rosarina. Justo sería poner en el otro plato de la balanza los perjuicios y sólo tras un debate profundo adoptar una resolución definitiva. Se trata, como en casi todos los ámbitos de la actividad humana, de buscar el punto más próximo a ese ideal denominado equilibrio.


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