 |  | El cazador oculto Una víctima de la pantalla cholula
 | Ricardo Luque / La Capital
Todo tiene explicación. David Banner quedó expuesto a los rayos gamma, Peter Parker fue picado por una araña mutante, Mutt Murdock trastabilló y se dio un fuerte golpe en la cabeza. Así nacieron el Increíble Hulk, el Hombre Araña y Daredevil. La pregunta es qué le pasó a Oscar Fernández Finni para quedar como quedó. Quizás de pequeño sufrió una sobredosis de Radiolandia. O quizás para entretenerlo lo ponían a ver durante horas y horas "Hola Susana". Qué pasó es un misterio, pero que algo pasó no cabe duda, sino los espasmos de glamour del conductor de "Moda en off" serían meras curiosidades del "Créalo o no de Ripley", y no es así. Su incontenible pasión por la farándula está a la vista. Si fuera por él la revista Hola debería declararse de interés nacional y editarse todos los días. Una exageración. Igual que los festejos de su cumpleaños. Porque junio, para Oski, no es el mes de la bandera, ni el mes que comienza el invierno, sino el mes de su cumpleaños. Así lo siente y así lo vive. Como si fuera una estrella de Hollywood o un miembro de la realeza británica. Desde hace años invita a sus amigas a un almuerzo íntimo en el que sopla las velitas (que siempre son menos que las que deberían ser) y deja que le canten el "Feliz cumpleaños". Este año lo celebró en el restaurante de la Bolsa de Comercio. Estuvieron, como siempre, Mariela Spirandelli, Sara de Nazer, Mariel Fantón y Mónica Macerola, que lucieron elegantes y radiantes como las señoras paquetas que son. Se sumaron a la mesa la bellísima Rocío Córdoba, la exótica Natalia Garay (sin su marido Abel Suarini) y Laura Penotti, una morocha infartante que extravió un rollo de fotos y no tuvo mejor idea que gatear bajo la mesa buscándolo (¡en el Mercurio!). Se sirvió una ensalada verde de entrada y ñoquis de plato principal. Tres actrices "amigas" fingieron haber sido invitadas al casamiento de Oscar, un chiste que no se entendió y, aunque todas rieron, causó poca gracia. Lo mejor fue el regalo, un suculento sobre que atesoraba la recaudación de la "vaquita" que hicieron los invitados. Oski lo gastó en un par de guantes de cuero y un perfume francés. Todo muy chic.
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