Las primeras pruebas de estimulación eléctrica funcional mediante la colocación de electrodos realizadas en Estados Unidos demostraron que facilitaba el movimiento en las personas con parálisis moderada. Desde entonces, un investigador argentino interesado en la técnica decidió viajar al exterior para capacitarse. Para ello eligió el Instituto de Rehabilitación de Ljubljana (Eslovenia), porque allí trabajan con equipos sencillos y dedujo que sería más fácil trasladar la experiencia a la Argentina. Así fue como el doctor Fernando Sotelano, quien actualmente reside en Buenos Aires y se especializa en medicina física y rehabilitación, trajo finalmente la idea al país y comenzó a utilizarla en la Asociación para la Lucha contra la Parálisis Infantil (Alpi) de Buenos Aires. Hoy es de uso habitual en numerosos centros de rehabilitación del mundo, incluido Rosario (ver aparte).
Fernando Sotelano, presidente de la Asociación Médica Latinoamericana de Rehabilitación, estuvo recientemente en Rosario como uno de los invitados destacados del XVII Congreso de la Sociedad Argentina de Medicina Física y Rehabilitación. En oportunidad de su visita dialogó con La Capital acerca de los beneficios de la técnica de estimulación eléctrica funcional. "El método puede mejorar la calidad de vida de quienes sufren algún tipo de parálisis (moderado)", resumió.
La técnica se basa en la utilización de un pequeño aparato (de fabricación nacional) colocado en la cintura, que transmite estímulos eléctricos a los músculos debilitados. De esta forma, el músculo se contrae haciendo posible algunas funciones como caminar, tomar objetos, comer, moverse con mayor facilidad y menos esfuerzo, consiguiendo una mayor independencia.
Músculos en movimiento
"En las personas que sufren algún tipo de parálisis, el sistema nervioso central (encargado de enviar el impulso a un músculo para que se mueva) está dañado. Mediante electrodos colocados superficialmente, se les envía corriente eléctrica que los obliga a contraerse y mover el brazo o la pierna", explicó Sotelano.
El destinatario maneja el equipo con unos pulsadores que presiona cuando necesita que el músculo se contraiga, a la vez que puede dosificar o intensificar el impulso. Aunque en algunos casos esta operación puede activarse en forma automática, mediante la colocación de un sensor en el talón.
El profesional aclaró que no todas las personas con parálisis pueden utilizar este método, ya que "cuando los músculos están gravemente dañados no genera efecto alguno". Ejemplo de ello son quienes sufren parálisis poliomielítica o de un nervio periférico a causa de traumatismos. En estos casos sí se utiliza para la terapia física.
Una de las indicaciones más frecuentes es en aquellos que, aunque el músculo está paralizado, preservan tono muscular, como ocurre en las lesiones del sistema nervioso central, en las hemiplejias, esclerosis múltiple, o paraplejias por una lesión medular debido a un accidente.
Programa de entrenamiento
Previo a la indicación del tratamiento se realizan estudios para evaluar si el afectado puede beneficiarse con esta técnica. Asimismo, antes de comenzar a trabajar con el aparato, es necesario entrenarse físicamente. "Como los músculos no se han ejercitado durante largo tiempo, es necesario movilizarlos", explicó el profesional. Para ello se utiliza la estimulación eléctrica que contribuye a contraer y relajar el músculo hasta alcanzar la potencia necesaria para que la persona pueda pararse o efectuar otros movimientos.
Una vez finalizada esta etapa, ya está lista para usar por sí sola el sistema, con la colaboración del médico fisiatra que le enseñará cómo dosificar la intensidad del estímulo, de acuerdo al movimiento que quiera realizar. El fisiatra integra un equipo interdisciplinario conformado por médicos, terapistas físicos, kinesiólogos, terapistas ocupacionales y bioingenieros.
A la hora de calificar los resultados, Sotelano evaluó que son "muy buenos", por cuanto el afectado "recupera gran parte de su independencia al lograr moverse con facilidad en el hogar".