| | cartas Baños públicos rosarinos
| Dicen que una de las cosas más difíciles de explicar es lo obvio. Lo que se ve a simple vista. Cómo plantear que los baños públicos, los de los bares y restaurantes tienen que estar limpios, totalmente higienizados. ¡Es tan obvio! Cuando veo un baño sucio lo primero que me viene a la cabeza es ¿cómo estará la cocina? ¿Cómo se higienizará las manos el mismo personal que suele utilizar los mismos baños donde no hay ni jabón ni elementos para secarse? Cuando sale una mujer del baño lo primero que dice: ¡no se puede ni entrar! La higiene no es sólo un hábito individual, también tiene que ser un hábito social. Cuando nos acostumbramos a ella no podemos aceptar la suciedad y la higiene se convierte en una estructura mental que llevamos a todos los ámbitos. Y al contrario, cuando vivimos entre la mugre no nos damos cuenta qué bien que estaríamos si viviéramos en un lugar que nos cuide, que no nos agreda por su propio descuido, que nos dignifique. Porque en la higiene está el respeto que nos tienen y tenemos por nosotros. Hay muchas mujeres desocupadas que podrían gustosas tener desinfectados los baños y de esa manera llevar el pan a su casa. ¿Los planes Trabajar no podrían cumplirse haciendo de Rosario un lugar que previene las enfermedades, los contagios? ¿O tiene que volver el cólera para que nos haga reflexionar? Stella Maris Coniglio
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