Al menos 19 personas murieron y otras 38 resultaron heridas en la colisión frontal y el posterior incendio de dos trenes cerca de la suroriental ciudad española de Albacete, en un accidente atribuido a un error humano y que generó ayer duras críticas por el estado de la red ferroviaria. Los equipos de rescate temen que el número final de fallecidos ascienda a 27, ya que ocho personas, que se teme también hayan muerto, seguían desaparecidas ayer por la tragedia que se produjo antenoche en un tramo de una sola vía a pocos kilómetros de la localidad de Chinchilla. El accidente, la peor catástrofe ferroviaria española en los últimos 25 años, se produjo cuando un tren Talgo con 86 personas que cubría la ruta entre Madrid y Cartagena embistió -a unos 80 kilómetros por hora- a un tren de carga con 28 vagones que se acercaba por el mismo carril. El presidente del gobierno, José María Aznar, quien visitó el lugar de la tragedia, atribuyó el siniestro a un error humano del jefe de estación de Chinchilla, quien dio paso al Talgo pese a que el semáforo estaba en rojo, versión que corroboró el máximo responsable de la empresa estatal de ferrocarriles (Renfe), Miguel Corsini. Entre los muertos hay 14 pasajeros que viajaban en los vagones de clase diferencial, situados inmediatamente detrás de la locomotora del Talgo, convertidos en un amasijo de hierros. También fallecieron los tres maquinistas y otros dos operarios de ambos trenes. El alcalde de Chinchilla, el socialista Vicente Martínez, se mostró indignado al declarar que el accidente "se veía venir porque la línea no está automatizada. Parece mentira que tenga que haber muertes para que corrijamos errores", añadió. La identificación de los cadáveres se tendrá que hacer mediante pruebas de ADN, ya que los cuerpos quedaron casi totalmente calcinados producto de las altas temperaturas -hasta 1.800 grados- que provocó el incendio. El brutal impacto hizo que la locomotora y varios de los vagones del tren de carga quedaran montadas sobre el Talgo, que fue literalmente aplastado. Posteriormente, una bola de fuego envolvió ambos trenes. Las labores de rescate fueron apoyadas por tres grandes grúas, que se hicieron necesarias para poder levantar los vagones empotrados. Los supervivientes de la catástrofe y los familiares de las víctimas tuvieron que ser atendidas por psicólogos, dado que muchos de ellos sufrieron crisis emocionales. La tragedia generó además una dura polémica sobre el estado de las infraestructura ferroviaria del país. Los sindicatos y los partidos de oposición denunciaron que muchas de las vías están en un estado lamentable, ya que en su opinión Renfe concentra sus inversiones en los tramos del tren de alta velocidad (AVE), descuidando la red convencional. Las críticas fueron rechazadas de forma tajante tanto por la misma empresa de ferrocarriles como por el ministro de Fomento, Francisco Alvarez Cascos. La dimensión de la tragedia se hizo visible ayer, cuando salió el sol. El tren de mercancías y el Talgo quedaron montados uno encima del otro, los vagones convertidos en un amasijo de hierro. (DPA)
| |