Hernán Maglione / La Capital
No es tiempo de campañas electorales. De todas maneras, Elisa Carrió pasó por Rosario y juntó a casi 2.500 personas en la Sociedad Rural, donde ayer almorzó con militantes y se subió al escenario para ofrecer un discurso fuerte, con críticas al justicialismo, al "régimen", al menemismo, a los "traidores". Y también agradecimientos a la gente de Santa Fe, porque de eso se trató: un festejo por la excelente elección que la líder del ARI hizo en la provincia el pasado 27 de abril, en la primera vuelta electoral para la Presidencia. Pero en la euforia de la celebración tampoco se olvidó de los funcionarios santafesinos. "No voy a ser prescindente como los dirigentes que acumulan prescindiendo de las conductas", sentenció, en una referencia que pareció dirigida a Carlos Reutemann. "Vamos a intentar ayudar desde nuestras diferencias, con generosidad y jamás ensuciándonos y mezclándonos, para que Hermes Binner sea gobernador", aseguró más tarde, en un llamado de atención al intendente que también incluyó una sentencia sin indirectas: "Vamos a ser generosos, jamás cómplices". A las 13.30, más de dos mil personas esperaban la presencia de Carrió en el Salón Naranja de la Rural. Todos recibieron de pie y en medio de un interminable aplauso a Carrió, a quien le tomó casi quince minutos llegar hasta el escenario. "Voy a saludar a todo el mundo, pero déjenme comer el arroz", pidió desde el micrófono. Pero probar bocado no fue fácil para Lilita, asediada por señoras que querían llevarse una foto, un autógrafo o apenas un beso. Tan inoportunos como el Himno Nacional que obligó a todos a volver a ponerse de pie. Finalmente, Carrió accedió a hablar. "Fue tan grande la apuesta del régimen a nuestro fracaso que tuvieron que reconocer que éramos los ganadores morales del 27 de abril. Eso fue posible principalmente por la fuerza demoledora de los votos de Santa Fe", comenzó, además de sentenciar: "Estamos ganando la batalla cultural". "En el año 95 le decía a Alfredo Bravo: hay que desmontar el aparato cultural del menemismo", dijo, aunque carraspeó y casi no pudo terminar la frase. "Esto es por Menem y por el cigarrillo", se disculpó entre risas. Tras recordar que el ARI "embistió" contra la Corte, el sistema financiero y las empresas privatizadas, señaló: "Fíjense cuál es la agenda más importante para un país. Eso se llama victoria cultural". "Y es maravilloso que quienes deban encarar esta tarea, como si fuera un castigo de los dioses, son los mismos que ayer entregaron, corrompieron y vendieron. Vamos a inaugurar la figura del arrepentido parlamentario y su propia condena será exponer a la luz pública que son mercenarios". Pero la mayor ovación se la llevó una referencia a Carlos Menem. "Es una enorme victoria cultural que quien sembró miedo en este país se haya ido como una cucaracha", disparó. También insistió en que, "con el triunfo asegurado en Capital Federal", va a dejar su banca en Diputados "para demostrar que la política puede hacerse desde cualquier lugar. Y, aunque vaya presa, voy a seguir diciendo mafiosos y delincuentes a los que se robaron el país". "No voy a ser prescindente como los dirigentes que acumulan prescindiendo de las conductas. Voy a acompañar a los generosos, a los que renunciaron, a los que sirven y no a los que se quieren servir de uno", hizo un tiro por elevación hacia Reutemann. Tras afirmar que conoció "todas las formas de traición", pidió "no hacerles a los demás lo que nos hicieron a nosotros. Por eso, a pesar de que no nos apoyaron, voy a ayudar a Aníbal Ibarra para que sea jefe de gobierno porteño y, desde nuestras diferencias, con generosidad y jamás ensuciándonos ni mezclándonos, voy a ayudar para que Binner sea gobernador de Santa Fe, sin que seamos obligados a convivir con la vieja política. Vamos a ser generosos, jamás cómplices". Apenas terminó su discurso, otra vez una multitud quiso acercarse a Carrió. Pero la legisladora eligió un método más ordenado: se sentó en la escalera del escenario y recibió uno por uno a todos los que quisieron saludarla.
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