Año CXXXVI
 Nº 49.860
Rosario,
lunes  02 de
junio de 2003
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Editorial
No quedar excluidos

Como lo ha hecho ya otras veces, aunque acaso acentuando en esta ocasión su énfasis, el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) expresó su preocupación por la exclusión de América latina en la nueva realidad geopolítica mundial, a la que ve dominada por la globalización, lo que la llevó a abogar por una mayor jerarquización de la región.
La cuestión fue expuesta recientemente en Asunción del Paraguay en oportunidad de la asamblea extraordinaria de la Celam. En esa reunión los principales responsables de la Iglesia Católica en el continente enfocaron la discusión en un nuevo Plan Global que habrá de marcar su misión en los próximos cuatro años y en los que se enfatizará un mayor apoyo a los procesos de integración.
Para los prelados del Celam, la realidad geopolítica de hoy día revela que Latinoamérica significa poco o nada en el concierto de las naciones, lo que revela su total exclusión. De ahí que se haya hecho hincapié en destacar que la desintegración del continente es precisamente su mayor debilidad y al mismo tiempo motivo principal de la imposibilidad de alcanzar metas superiores que puedan responder a las necesidades del pueblo cada vez más empobrecido.
Para la Iglesia este panorama es sumamente complicado ya que el actual proceso de globalización netamente economicista que envuelve al mundo no deja avizorar hasta qué punto los países de América latina pueden seguir pensando que son independientes.
No obstante, el trabajo y esfuerzo de muchos permiten vislumbrar esperanzas de poder construir estructuras en el continente que no respondan meramente a una cuestión de mercados. En tal sentido fueron puestos a modo de ejemplo el Parlamento Latinoamericano, las iniciativas del Mercosur y la Comunidad Andina.
Sin empachos, los obispos coincidieron en que la misión de la Iglesia debe ser la de bregar para coadyuvar a una mayor integración. Igualmente indicaron como otra causa de la difícil situación social y económica de millones de latinoamericanos al deficiente desarrollo de la democracia en los países del área. Es que del análisis exhaustivo parece surgir que lo que las democracias han hecho hasta ahora es sencillamente elegir a personas que luego asumen el poder cuando en verdad se necesita un consenso de la sociedad sobre lo que se quiere para el país, porque la buena voluntad y las mejores intenciones no bastan.
Como conclusión bien puede inferirse que para superar la instancia los pueblos de América latina deben crear una ética más humanista para que sus autoridades sepan responder a los intereses de la gente y no a los factores de poder. Tarea nada fácil mas no imposible para quienes aspiran a vivir en un mundo donde, por sobre todo otro interés, se privilegien la justicia y el bien común.


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