Mariano Bereznicki / Ovación
No regala nada y tampoco ofrece demasiado. Espera y no desespera. Cuando puede, lastima. Cuando no, se refugia y hace un círculo cerrado en su propio campo. Y merced a esta fórmula desanda la Rosarina como uno de los escoltas que tiene el Apertura. Lo de Renato Cesarini viene siendo laborioso en cuanto a los resultados. Aunque bastante tacaño a la hora de ofrendar protagonismo. Tal vez, los que imaginaban que en el Gabino Sosa el conjunto de Alvear iba a exhibir varios chispazos ofensivos, se dieron cuenta que ayer no era el día indicado para ver una producción al mejor estilo de los destacados. Pero ante Central Córdoba le alcanzó con apenas una jugada seria para quedarse con la victoria y mantenerse entre la elite de los más fuertes en el fútbol doméstico. No por casualidad Renato hace nueve partidos que no conoce la derrota. Si bien no derrocha a cuenta cuando no tiene la pelota o le encuentra la vuelta al partido, hay una virtud que lo viene destacando del pelotón que lo sigue: saca provecho de los errores ajenos y los factura a su propia cuenta. Y así continúa logrando protagonismo. Aunque ayer dejó varios interrogantes abiertos por la manera en que se llevó los tres puntos de la casa de los pibes charrúas. Es que si se analiza todo el encuentro, que fue un bodrio dicho sea de paso, la resultante sería un empate clavado. Pero la visita, en la única jugada que generó en el complemento, encontró la llave de la victoria sobre el final del encuentro ante la resignación de los de Tablada, que habían hecho igual o tal vez un poco más que los vencedores. El único grito de la tarde llegó vía Juan Aicardi, después de capitalizar una muy buena maniobra colectiva. El balance de la primera etapa dejó un saldo bastante mezquino. Apenas un par de llegadas, sin tanta claridad ni profundidad, por parte de ambos. Aunque Central Córdoba fue un poco más prolijo cuando tuvo la posesión de la pelota. Cuando se subió el telón del segundo acto, ambos dejaron la sensación de que apagaron los motores de producción. Por eso el cotejo se tornó un poco más aburrido aún. El tanto de Renato sólo sirvió para sacudir la modorra de la gente y emprender así el viaje de regreso a cada uno de sus hogares.
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