"Estoy emocionada. Esta es la verdadera juventud argentina". Con una mano en el corazón y la otra estirada hacia el cielo, la mujer saludaba el arribo de la 26ª Peregrinación a San Lorenzo. Y, mientras se secaba las lágrimas, resaltaba muy bien aquello de "la verdadera juventud". Con este mismo ánimo una multitud marchó, portando la imagen de la Virgen María, unos 30 kilómetros desde la iglesia catedral de Rosario hasta el Campo de la Gloria sanlorencino. Allí, el arzobispo Eduardo Mirás concelebró una misa donde llamó a "tener fe y esperanza para construir un mañana mejor", y resaltó la solidaridad de los rosarinos con las víctimas de las inundaciones en Santa Fe.
Eran las cuatro de la tarde y la imagen de María llegaba al altar que se había armado de espaldas al río. Y así se ponía fin a una jornada que había empezado a la mañana temprano, aun antes de las 7, en la catedral.
Según uno de los responsables de la organización, el sacerdote Pablo Lasarte, la peregrinación reunió a 50 mil personas. Cálculo que parecía exagerado para los agentes de seguridad que siguieron la marcha, quienes estimaron "no más de 20 mil".
Lo cierto es que la convocatoria fue verdaderamente multitudinaria. Y cuando a las 14 los caminantes cruzaron por debajo del puente peatonal que atraviesa la ruta en Fray Luis Beltrán, se podía divisar una masa compacta que avanzaba cubriendo unas doce o quince cuadras.
Rodeando la imagen de la Virgen se leía una centena de pancartas que indicaban las distintas procedencias de los grupos. Los más devotos habían llegado desde la provincia de Córdoba y había también parroquias de Victoria (Entre Ríos), Venado Tuerto, Casilda, Cañada de Gómez, Correa, Zavalla y, por supuesto, Rosario y el cordón industrial.
Con pedidos y agradecimientos
Sobre las 15, el Campo de la Gloria se comenzó a poblar con los primeros peregrinos que aprovecharon la ventaja para preparar un mate, sacarse algunas fotos o estirar las piernas. En eso estaba Evangelina Fernández que, con 19 años, completaba su 9ª marcha a San Lorenzo. "Todos los años pido por algo y, al mismo tiempo, agradezco los logros que consigo", aseguró, y agregó "esta vez pido por trabajo y salud para mi familia".
La misma consigna empujó a María Tomaseti (53) a emprender, este año, la marcha por 7ª vez: "Es una gesta de devoción hermosa", explicó. Unos metros detrás venía María Eugenia Navarro (16). "Esta es la tercera vez que participo de la procesión. Siempre pido y agradezco algo", afirmó, pero no quiso revelar sus intenciones para esta peregrinación.
Y los testimonios se repetían a medida que se sumaban los caminantes. Ya a los pies del altar, dos grupos de música (Código 1 y Nueva Alianza) ensayaban canciones que hablaban de esperanza, de paz, de utopías, de caminos, y de la necesidad de construir un mundo mejor.
El momento más emotivo de la procesión estaba por llegar: apenas pasadas las 16, los organizadores hicieron una barrera que cruzó el Campo de la Gloria y llevaron la imagen de la Virgen hacia el altar.
Desde allí, Mirás exhortó a los jóvenes "para que renazca en nuestro corazón la seguridad de que tenemos un horizonte al que podemos aspirar, un horizonte distinto, nuevo y mejor", y llamó a "buscar necesariamente un mañana que sea mejor que el hoy en todo sentido, en el orden espiritual y en el orden material".
"Tengamos la seguridad de que donde pongamos realmente nuestro empeño por encontrar un mañana podremos alcanzar y encontrar ese mañana", sostuvo el arzobispo, a la par que pidió "no dejarse someter por los problemas que nos agobian, que son muchos y que nos duelen y nos llenan de angustia".
Finalmente, resaltó el aporte de "todos los hombres y mujeres" rosarinos que respondieron a la colecta de Cáritas para los inundados de la capital provincial. "Rosario ya ha enviado a Cáritas Santa Fe 52 camiones cargados, pero además tienen reserva para llenar otros 50 camiones más", indicó, despertando un gran aplauso en medio de la misa.
La Ciudad
