Ya nadie puede poner en duda los efectos nocivos del tabaco. Pero las discusiones sobre permitir o no el cigarrillo en espacios cerrados están a la orden del día. Los que no mantienen esta adicción reclaman que el aire puro sea preservado y hoy, que se celebra el Día Mundial sin Tabaco, quieren reivindicar su derecho a no convertirse en fumadores pasivos. Pero sus rivales, los fumadores, enseguida contratacan: "¿Nosotros no tenemos derechos?".
En los últimos tiempos las cosas han cambiado y colectivos, salas de cines y aviones se convirtieron en lugares donde los carteles de prohibido fumar se respetan sin fisuras. Sin embargo, algunos de los conflictos que en otros países fueron solucionados hace tiempo, aquí todavía están inconclusos: bares, oficinas públicas, empresas privadas, universidades e incluso en la intimidad de las casas de familia la disputa está presente.
Durante años los pasajeros que viajaban en avión podían optar por el sector fumadores o el de no fumadores, y en los aeropuertos se podía fumar libremente. Pero las cosas cambiaron a nivel internacional, ya no hay ni aeropuerto ni avión del mundo donde se pueda fumar y los argentinos tuvieron que acostumbrarse a las nuevas disposiciones.
Este avance en la preservación del aire puro también se dio en los colectivos, salas de cine e, incluso, en los supermercados, donde la prohibición es bastante respetada por el público y los empleados.
Pero en los espacios cerrados el conflicto se produce diariamente. El especialista en adolescencia y prevención del tabaquismo Ramiro Amato aseguró que "hay que trabajar en el fortalecimiento de la actitud de los no fumadores para que se respeten sus derechos, porque siempre aparecen como maniáticos e histéricos, cuando no es así".
El profesional señaló que "en cuanto al respeto a los no fumadores, la Argentina está más que atrasada" y también aseguró: "En nuestro país retrocedimos. A principio de la década del 90, habíamos logrado reducir a través de campañas los índices de tabaquismo notablemente, pero ahora volvieron a aumentar y los chicos comienzan a fumar antes de los 15 años".
"¿Le molesta el cigarrillo?"
Una situación clásica es la que se da en los taxis. Aunque el cartel con la prohibición -con el número de ordenanza incluido- está bien a la vista, la pregunta que llega del taxista o del pasajero puede terminar en un conflicto: "¿Le molesta el cigarrillo?".
También en las oficinas públicas municipales y provinciales los carteles parecen pasar desapercibidos tanto para los empleados como para el público. Es más, reconocen que el humo molesta, pero aseguran que no lo pueden evitar. Y la escena se repite diariamente en las pocas empresas privadas que todavía permiten el cigarrillo en sus oficinas.
El intento de amortiguar la disputa separando a fumadores de no fumadores no alcanza. Esto sucede tanto en bares como en restaurantes: los especialistas aseguran que "si no hay ambientes separados, la división no tiene sentido porque el humo queda en el lugar".
Pese a todo, y aunque cada uno tenga sus argumentos, fumadores y no fumadores tienen que seguir conviviendo.