José L. Cavazza / La Capital
Con un disco nuevo que carga el gusto amargo de las despedidas, el bajista Javier Malosetti llega esta noche, a las 21.30, al teatro Lavardén, junto al pianista Andrés Beeuwsaert y el baterista Pepi Taveira. Recién editado, "Malosetti Vivo" refleja los conciertos de despedida en el teatro ND-Ateneo de Buenos Aires del quinteto que acompañó al bajista en los últimos tres años. Tercera y última placa de la agrupación, después de "Spaguetti boogie" (2000) y "Villa" (2002). "En ese sentido el disco es una "pálida", pero es oportuno aclarar que el quinteto no terminó por mala onda entre nosotros", dice Malosetti a La Capital. "Después de tres años, decidí desarmarlo porque quería cambiar de sonoridad, tocar más la viola y formar un trío". Los vientos abandonaron el barco -Gustavo Cámara en saxos y Américo Bellotto en trompeta- y Malosetti empezó una nueva historia. La pregunta obvia es: ¿por qué desarmar un quinteto que tanto en lo musical como en el feeling con el público estaba muy consolidado? "Es cierto -admite el bajista de la banda de Luis Alberto Spinetta-, no sólo sonaba bien sino que los espectáculos se desarrollaban tema tras tema de un modo demasiado aceitado. Lo cierto es que me pareció que seguir con el quinteto un cuarto año iba a ser exagerado. Me dieron ganas de pegar un viraje de sonido, de concepto sonoro y de dirección musical". Malosetti asegura que el estilo musical no varió en lo más mínimo. El arraigo en el jazz, el acento blusero o funky. Siempre la raíz negra. Es decir, mucho swing y energía por encima de armonías sofisticadas. "Aunque lo toque con una cítara, un bandoneón y una tabla de lavar, el estilo de mi música no va a cambiar. Es cierto que el concepto sonoro en este caso es un trío un poco más crudo y eléctrico", dice Malosetti. "Ahora las melodías las tocamos entre el pianista y yo, no hay otra posibilidad. En el quinteto nos aguantábamos haciendo las bases y la melodía la hacían los vientos. Pero el espíritu medio blusero y negro de la música que me gusta hacer sigue siendo el mismo". Malosetti dice darse cuenta hoy que "en un quinteto donde hay vientos, hay tres músicos que se están prendiendo fuego toda la noche, y hay dos que al finalizar sus solos terminan caminando al fondo del escenario y hablando entre ellos, dispersos e involuntariamente distrayendo la atención del público. Yo no había reparado en esto. Bueno, en el trío no pasa esto, hay tres tipos que se prenden fuego desde que arranca hasta que termina el show". El bajista asegura tener hoy más claro su horizonte musical: "Siempre quise que lo mío no fuera una sección de brass, donde hay un trabajo acotado al dúo, como un conjunto dentro del otro. Quise que los vientos se integraran naturalmente al grupo, y ellos -Cámara y Bellotto- son superprofesionales, nunca se independizan del atril y las hojas, porque trabajan de ese modo, nunca memorizaron la música". El quinteto sólo existió como parte del proyecto personal de Malosetti: "Siempre fue planteado en esos términos. No era una cooperativa; yo convoqué a los músicos para que tocaran mi música. Era mi banda, aunque todos teníamos casi el mismo porcentaje en el audio final de los temas. Lo mismo ocurre hoy con el trío".
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