Año CXXXVI
 Nº 49.854
Rosario,
martes  27 de
mayo de 2003
Min 3º
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Editorial
Evasión y tolerancia

La cultura de la evasión impositiva se ha instalado con tal fuerza y forma en la sociedad que lograr modificar la conducta contributiva de los ciudadanos quizá sea uno de los más arduos desafíos que deberá afrontar el próximo gobierno. Es que al constante e histórico porcentaje de infractores, con la profunda crisis económica desatada en el 2001 se incorporó otra amplia franja, donde no sólo es responsable el Estado por su debilidad fiscalizadora, sino los propios comsumidores que ya no exigen la factura correspondiente.
Tal como dio cuenta La Capital la semana pasada, los comercios suelen utilizar los mecanismos más sutiles para evitar entregar la factura, pero a poco que alguien se proponga insistir en el reclamo quedará abiertamente expuesto el artilugio. Desde la registradora que no funciona para entregar los tickets, pasando por la boleta falsificada en los restaurantes, a los descuentos que se realizan si acepta no llevarse comprobante, todas las fórmulas parecen válidas para eludir. Con el agravante de que ya es vox populi entre la ciudadanía cuáles son los comercios involucrados. Con lo cual, por silencio u omisión, se vuelve cómplice de esas irregularidades.
Y es que, tal como lo señalan los especialistas, la tolerancia de la gente con los comerciantes está directamente vinculada a la pésima imagen que ésta tiene sobre las funciones del Estado. El ciudadano común observa que la política impositiva es errática, inflexible, desigual, no repara en los
vaivenes económicos, y además, no percibe que regresen al pueblo a través de servicios u obras. Al menos esta ha sido la constante en los últimos años. De allí que
tienda a identificarse con el comerciante que lucha por sobrevivir, aunque el mismo esté transgrediendo la ley, al quedarse con el 21 por ciento del impuesto al valor agregado (IVA).
En su discurso ante la Asamblea Legislativa, el nuevo mandatario prometió que para los grandes evasores habrá "traje a rayas", es decir duras penas. Una aseveración que la sociedad argentina está esperando que se cumpla desde hace tiempo, habida cuenta de que no pocos sectores poderosos han logrado eludir sus obligaciones sin costo alguno. Desde luego, será vital para comenzar a modificar esta cultura de la evasión que se ha instalado, si al mismo tiempo se replantea la función del Estado, en procura de mayor protección, inclusión social y generación de empleo genuino. Porque ambas acciones se corresponden.


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