Año CXXXVI
 Nº 49.853
Rosario,
lunes  26 de
mayo de 2003
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Pablo Serrano, una muestra de la mejor escultura española
En el Castagnino se inauguró una exposición antológica del artista aragonés

Una muestra del escultor aragonés Pablo Serrano, que reúne 37 piezas de un período de tres décadas -desde 1955 hasta 1985- se expone en el Museo Castagnino (Pellegrini y Oroño), organizado por el gobierno español.. El artista es uno de los mejores escultores españoles del siglo XX y la curadora de la exposición, Dolores Durán, lo reafirma al indicar que en Serrano se mantuvo arraigada "la creencia de que sólo en una reflexión intelectual, en una introspección concentrada, podía apoyarse con solidez todo volumen con intención de acierto, toda obra o manifestación artística".
Nacido en Crivillén, provincia de Teruel en 1908, desde pequeño Serrano mostró su inclinación por el trabajo con la materia y en los talleres de las Escuelas Profesionales de Sarría, en Barcelona, donde comenzó a familiarizarse "con el lenguale del volumen, de la talla, del modelado".

Los hábitos en Rosario
Serrano viajó a la Argentina en 1929 y se instaló Rosario para trabajar como maestro de escultura y orfebrería en el colegio San José, de la orden de los salesianos. En esta época realizó en la ciudad varias obras de temática religiosa, además de elementos utilitarios y las puertas de la cripta de la iglesia María Auxiliadora.
En 1935 se trasladó a Montevideo, y pronto dejó los votos religiosos para dedicarse de lleno a la escultura.
Amigo de Lucio Fontana, Serrano afirmaba en 1971: "De problemas del espacio, he mantenido conversaciones con mi amigo Fontana. De su Manifiesto Blanco tomo estas palabras: «Abandonamos la práctica de las formas de arte conocidas y abordamos el desarrollo de un arte basado en la unidad del tiempo y del espacio»".
Una beca le permitió al artista volver a España en 1955, cuando ya tenía una fama consolidada en Uruguay, y pronto ganó el gran premio de la III Bienal Hispano Americana de Arte de Barcelona. En esa época el arte español estaba estancado y Serrano se instaló en la vanguardia, con su adhesión al grupo El Paso del que sería miembro fundador en 1957, junto a Manolo Millares, Antonio Saura y Luis Feito.
Los trabajos de ese entonces reflejan un período de transición como la serie de los toros concebida en Montevideo y realizada en España. Poco después conoció en París a Julio González, quien ejerció una gran influencia y lo hizo virar hacia un lenguaje totalmente sintético. "Un día subí al Vesubio y sentí el deseo de recoger escoria volcánica. Había recorrido antes Pompeya, Herculano y Stabia. Anduve por un campo que parecía un osario prehistórico, por la forma de sus piedras; algunas de ellas estaban horadadas. Un día entré en una chatarrería y observé clavos y chapas de hierro. Sentí el deseo de agrupar todos esos elementos y ordenarlos. Trabajé intensamente hasta lograr imprimirles la emoción sentida, y me encontré cómodo. Eso es todo", explicaba para fundamentar su serie "Ordenación del caos".
En 1957 trabajó en una nueva serie que bautizó "Drama del objeto" o "Quema del objeto", en la que investigó sobre la destrucción de la materia y la huella que queda. Dos años más tarde, Serrano presentó la tercera de sus series puramente abstractas, «Ritmos en el espacio», en la que "los trozos de chapa desaparecen y cobra protagonismo radical el lenguaje del movimiento de las varillas metálicas soldadas, a veces suspendidas".
Los apuntes filosóficos de Serrano dan paso a su serie "Bóvedas para el hombre", que presentó en 1962 en el marco de la XXXl Bienal de Venecia, en la que perdió por un voto la obtención del gran premio de escultura, otorgado a Alberto Giacometti.
A esta le seguirá "Hombres-bóveda" en la que "las alusiones figurativas vuelven a tener un hueco en la conformación de su escultura". Después le seguirá la serie "Hombres con puerta": "Las esculturas se desdoblan ahora para ofrecer la posibilidad de mantener ese espacio interior cerrado o abierto, a través de una segunda pieza que se une al torso mediante goznes". Y luego el artista inició sus "Unidades-yunta": dos piezas que pueden unirse pues son externamente complementarias y representan una metáfora de lo positivo y lo negativo, de lo masculino y lo femenino.
La muestra finaliza con "Divertimentos con Picasso, la guitarra y el cubismo", realizados los dos últimos años de su vida, entre 1984 y 1985.



La obra del artista aragonés recorre el siglo XX.
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