Washington. - Con la victoria de Irak en el bolsillo, el presidente estadounidense George W. Bush lanzó esta semana una nueva campaña: la batalla para retener la Casa Blanca en las elecciones de 2004. Por ahora, la lucha parece bastante despareja. Bush disfruta de una popularidad inédita a la mitad de su mandato, su Partido Republicano controla ambas cámaras del Congreso, y los demócratas aún no encuentran una figura, de sus nueve precandidatos, que dé la talla para desafiar al presidente en las urnas.
La buena estrella de Bush está posibilitando a los republicanos recoletar fondos en galas donde se cobra 2.000 dólares por plato, que amenazan con conseguir una insuperable ventaja financiera en la campaña. Esta semana, poco después de cumplir las formalidades para presentar su candidatura, el mandatario presidió una cena que recaudó 22 millones de dólares para los candidatos republicanos al Congreso.
En el año 2000, Bush obtuvo fondos récord por 100 millones de dólares, y espera duplicar el monto para su reelección. "Cuando el presidente entra en una sala, ésta se llena de dinero", aseguró a Los Angeles Times el profesor de ciencia política Jack Pitney, de la universidad Claremont McKenna.
Tanto en los actos para recaudar fondos como en sus discursos públicos, Bush ha dejado claro que su mensaje tendrá dos ejes principales durante la campaña: la reactivación de la economía estadounidense y la guerra contra el terrorismo. El terrorismo ha acaparado la atención de la opinión pública estadounidense desde el 11 de septiembre de 2001, con cambios y anuncios casi diarios en el colorido sistema de alertas contra posibles atentados.
Después de los recientes atentados suicida en Medio Oriente, Bush afirmó: "Nuestro trabajo no ha terminado. Este país no descansará, no cederemos, no nos detendremos hasta que se elimine el peligro contra la civilización".
Los grandes temas eclipsados
La omnipresencia de la lucha antiterrorista en los medios ha desviado -hasta ahora- la atención pública de los graves problemas económicos de EEUU, los multimillonarios fraudes contables de grandes empresas y los 2 millones de empleos perdidos desde que Bush ocupa la Casa Blanca. Pero el presidente y sus asesores tienen presente que el 65% de popularidad de Bush podría desvanecerse si sus compatriotas lo responsabilizan por la delicada coyuntura que atraviesa la primera economía del mundo.
También esta semana, el Congreso aprobó un paquete de reducción de impuestos por 350.000 millones de dólares destinado a estimular la actividad económica a expensas de ensanchar aún más el agujero fiscal estadounidense.
Las protestas demócratas contra la "irresponsabilidad fiscal" del presidente no hicieron mella en los legisladores republicanos, que votaron entusiasmados a favor del paquete de "empleo y crecimiento" que, según Bush, "devolverá el dinero al bolsillo de los estadounidenses".
Por el momento, la administración Bush parece tener el control de la situación, sin las filtraciones de información que tanto daño hicieron a otros presidentes republicanos. Incluso el relevo del portavoz presidencial Ari Fleischer y del jefe de la Agencia de Protección Ambiental Todd Whitman parecieron sincronizadas para que la campaña transcurra sin sobresaltos.
Expertos en campaña
Para afirmar la imagen de Bush, la Casa Blanca ha contratado expertos en televisión para montar eventos como su aparición al estilo "Top Gun" a bordo del portaaviones Abraham Lincoln, donde anunció el fin de la guerra de Irak. Todo se planeó en detalle para aquella dramática escena: desde la posición del barco y la vestimenta de los soldados hasta la hora de transmisión, que permitió a Bush hablar con el diáfano sol del atardecer iluminando su rostro.
Las recientes apariciones de Bush en fábricas, cerca de la Estatua de la Libertad, en Mount Rushmore y otras locaciones también fueron pensadas a la perfección, y fueron objeto de un análisis del New York Times.
Las imágenes están dirigidas a los estadounidenses que llevan vidas ocupadas y no tienen tiempo para "para leer una historia o escuchar un mensaje entero", admitió al periódico el jefe de Comunicaciones de la Casa Blanca, Dan Bartlett. "Pero si entienden al instante de qué habla el presidente viendo unos 60 segundos de televisión, logras tu objetivo como comunicador", dijo Bartlett. "Así que nos lo tomamos muy seriamente", agregó. (DPA)