| | Editorial La explosión del campo
| Cuando la devaluación y pesificación asimétrica estallaron en la cara de los argentinos, en los principios de la gestión presidencial de Eduardo Duhalde, los enormes perjuicios sufridos por los ahorristas y asalariados -estos últimos, vía inflación- ocultaron durante largo tiempo los beneficios que inevitablemente derramaría sobre el país el abandono de la paridad entre el peso y el dólar, que ya era insostenible. El sector que más rápidamente experimentó las ventajas del cambio de régimen monetario fue el campo. Ahora, cuando las variables económicas han comenzado a emerger del pozo y las imágenes del naufragio inicial se atemperan lentamente en la memoria colectiva, el sector rural emite nítidas señales de progreso. Un dato que afirma esa positiva tendencia es el aumento del 1.800 % en las ventas de cosechadoras entre el último cuatrimestre y el primero del año pasado. El porcentaje anterior posee la suficiente claridad como para hablar por sí mismo, pero incluye otro elemento que fortalece su contundencia: es que en los pasados cuatro meses se vendieron más cosechadoras que durante todo 2002. El salto hacia adelante también se registró en la venta de tractores, con guarismos que si bien no se aproximan aún a las épocas florecientes de los años 1996-97 reflejan sin medias tintas la actual bonanza del sector agrario. Uno de los aspectos curiosos de este pequeño "boom" es que, ante el fuerte golpe que afectó a la plaza financiera y la consecuente extinción del crédito, los compradores apelaron a una moneda "fuerte" que trajo reminiscencias de la primitiva época del trueque: sencillamente, canjearon la maquinaria por granos. Más allá de ribetes anecdóticos, lo sucedido expresa que se ha vuelto a invertir en bienes de capital, revirtiendo la postergación que en tal sentido se prolongaba desde los últimos años de la década del noventa. De modo paulatino el nuevo modelo económico también reforzará la antes precaria posición de la industria, gracias a la sustitución de importaciones. Pero existe una verdad irrefutable, y es que el campo constituye el impulsor natural más potente de la economía argentina. Cuando ese motor funciona a pleno todo el país, tarde o temprano, se hace acreedor a los réditos.
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|