| | Panorama laboral Ministro a medida
| Luis Tarullo
Los sindicalistas celebran la llegada de Carlos Tomada al Ministerio de Trabajo. Consideran que con él, que conoce acabadamente el mundo laboral, tienen el diálogo garantizado. Es que Tomada, además de haber sido abogado de sindicatos, ocupó cargos de envergadura en Trabajo durante los gobiernos de Raúl Alfonsín y de Eduardo Duhalde. Ahora llega al máximo sillón de esa cartera con Néstor Kirchner. En la gestión alfonsinista integró un grupo de jóvenes abogados que fueron convocados por el entonces ministro Ideler Tonelli. Más cerca en el tiempo, fue secretario de Trabajo cuando el duhaldista Alfredo Atanasof ocupó la titularidad del ministerio. Y en este cargo que recibe de manos del nuevo presidente tendrá, entre sus misiones, la de ser inevitable polea de transmisión entre los gremios y el primer mandatario. Es que desde el comienzo mismo de su carrera en pos de la presidencia, Kirchner no tuvo contactos ni buenas migas con la mayoría de los sindicalistas. Solamente tuvo a su lado a un puñado de dirigentes de organizaciones medianas o pequeñas. Inclusive, en algún momento el nuevo presidente dirigió duras críticas a algunos sectores gremiales. Desde el lado sindical, la mayoría tampoco digiere a Kirchner, y tan es así que un grupo se mantuvo incólume con Carlos Menem y la CGT expresó su apoyo a último momento, mientras el sector de centro-izquierda alineado en la CTA siguió prescindente. Pero, atentos a la realidad de la política, ninguna de las partes puede romper lanzas con la otra. Las organizaciones sindicales obviamente necesitan medidas del gobierno en sintonía con los intereses de sus representados y también los propios. Y para el gobierno es necesario tener "feeling" con un poder que tanto puede ser dique de contención de eventuales conflictos sociales -aunque también un ariete de la protesta-, como el aporte de la fuerza de sus "aparatos" para las futuras elecciones, que para el oficialismo serán tan vitales como las pasadas. En este marco, desde las distintas vertientes sindicales, pero sobre todo la de los "gordos", celebran la llegada de Tomada a Trabajo, y también la permanencia de dos ministros con los que han sabido establecer buenas relaciones: Roberto Lavagna en Economía y Ginés González García en Salud. Los dirigentes de la CGT oficial postergaron días pasados una reunión de su consejo directivo donde iban a apoyar al nuevo gobierno y reiterar sus reivindicaciones. Un vocero del sector dijo que la suspensión del encuentro, al que iban a asistir también representantes del ultramenemismo, se produjo porque existía en forma casi paralela la posibilidad de una reunión de despedida con Duhalde, que después no se concretó. Finalmente, se resolvió dejar para otro día el cónclave, sacar el documento con forma de solicitada y pedir, apenas asuma, una entrevista formal con Tomada. En su pronunciamiento, la CGT oficial considera que es uno de los "garantes de la gobernabilidad". Y que esa gobernabilidad debe "dirigirse necesariamente hacia la inclusión social, asegurando de este modo el pleno ejercicio de la democracia para todos". Además, la central habla de la recuperación del protagonismo del Estado nacional y reivindica la necesidad de "desarrollo económico" y "restablecimiento de la equidad". La CGT manejada por los "gordos" levanta también la bandera de la "concertación social" y dice que están dadas las condiciones para que se inicie una etapa de "diálogo constructivo" tendiente a lograr "una nación más justa y solidaria". El discurso, en síntesis, no difiere de anteriores, en ocasiones similares. Pero tampoco parece ser diferente a la de otros gobiernos la decisión de la nueva administración de colocar en Trabajo un ministro "a medida" de los gremios.
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