Año CXXXVI
 Nº 49.852
Rosario,
domingo  25 de
mayo de 2003
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Polémico, un economista califica a la obra de mejora "relativa y marginal"
"No hay que esperar que el puente haga milagros, sobre todo a corto plazo"
José Luis Pellegrini no es optimista: dice que en Rosario la macroeconomía jaquea los avances en infraestructura

Silvina Dezorzi / La Capital

Rosario atraviesa un paradójico tiempo de expectativa: al fin cumplió el sueño del puente a Victoria, tiene en marcha la reconstrucción de sus principales accesos y aguarda con ansiedad que se cumpla la promesa del desde hoy presidente argentino, Néstor Kirchner, para reactivar la obra pública. Para atrás tira la dramática inundación de la capital provincial, que deberá afrontar anímica y económicamente junto al resto de los santafesinos. La Capital quiso conversar de estos temas con un economista local, el investigador y docente universitario José Luis Pellegrini. Se llevó una sorpresa: el especialista no es para nada optimista, sobre todo porque cree que la infraestructura poco logra en Rosario si no va acompañada de la macroeconomía, a la que ve jaqueada por el retraso del dólar y las tasas de interés. Y el desempleo, dice, su principal preocupación, no va a recibir ningún fuerte impacto por las oportunidades que abra el puente: "No hay que esperar que traiga milagros, sobre todo en el corto plazo".
-¿Cómo cree que impactará en Rosario la conjunción de estos tres grandes factores de expectativa: la apertura del puente, que es un hecho; la reconstrucción de los accesos, que está en marcha, y la ejecución de obra pública, que es eje de los anuncios presidenciales?
-Si me lo hubieran preguntado hace un tiempo, en el 97 ó 98, mi respuesta habría sido más optimista porque en esos años Rosario crecía más rápido que el país, pero con la recesión también se hundió más rápido que el resto. Ya no creo que la infraestructura pueda ser un factor de desarrollo por sí mismo. Porque tener un puente, ¿para qué sirve? ¿para que pasen muchos camiones? Hoy creo que los factores decisivos son macroeconómicos.
-¿Y cómo juegan hoy esos factores en la ciudad y la región?
-Y... hasta hace tres meses había una reactivación perceptible.
-¿De tres meses a esta parte las cosas van en picada?
-No, no, pero cambiaron, y no sé qué va a pasar. Básicamente por el tipo de cambio. Porque no es tan seguro que las actividades rentables con un dólar a 3,50 ó 3,60 sigan siéndolo con uno a 2,80. La recuperación que se vio en el 2002 y comienzos de este año no fue por exportación, sino sobre todo por sustitución de importaciones. Pero hoy se vuelven a ver muebles brasileños, remeras brasileñas...
-¿Usted es de los que bregan por que el dólar no baje de tres y pico?
-No, no digo eso, el dólar será el que deba ser. Sí digo que el tipo de cambio muy subvaluado que tuvimos en el 2002 favoreció la sustitución de importaciones y unas pocas exportaciones. Era un dólar excepcionalmente caro, a 3 pesos me parece mucho más razonable, pero como la industria argentina está hecha bolsa, la ineficiencia general de la economía hace que también las empresas sean ineficientes. Por eso, aunque el dólar tenga un precio razonable puede no ser bueno, es decir, no alcanzar para proteger a muchas actividades de la ciudad, como la industria metalmecánica, alimenticia, muebles, ese tipo de cosas.
-¿Y existe otra región argentina comparativamente más competitiva?
-No, pero el área de Rosario está muy expuesta. Primero, por el entorno agropecuario: sigue siendo la capital de la Pampa Gringa. Si esa actividad en la región anda bien, repercute en demanda de servicios de comercio exterior localizados en la ciudad y también genera otras demandas, como por ejemplo productos alimenticios manufacturados, partes y piezas para maquinaria agrícola, departamentos. Pero si se retrasa el tipo de cambio, si los precios internacionales están estabilizados y se cae la rentabilidad agrícola, esa demanda se retrae. Llama la atención cómo Rosario responde mucho más rápido que otras ciudades del país y se volvió más sensible a lo que se conoce como fluctuaciones cíclicas: cuando la economía se expande, parece reponerse más rápido, y cuando se retrae también.
-Entonces, discrepa con los especialistas que creen que las obras en marcha o futuras son en sí mismas reactivadoras.
-Bueno, la obra pública es otra cosa, pero específicamente los efectos del puente podrán verse en una ampliación del hinterland agrícola, más de lo que ya hay. Está bien: va a crear algunas oportunidades de negocios, mayor demanda de servicios y más transacciones para las empresas exportadoras o manufactureras de productos agropecuarios. Pero lo que yo digo es, primero, que todo eso acentuará la fuerte sensibilidad de Rosario a las fluctuaciones cíclicas y, segundo, que con un 25% de desocupación no se va a crear una gran demanda de empleo, sino quizás unos miles de puestos, incluido el turismo. Ahora, mi temor es que el puente sea sólo un lugar de paso y ocurra como con el Túnel Subfluvial, donde el gran beneficiario fue Paraná, no Santa Fe, porque era el área desintegrada que se incorporaba al área metropolitana.
-¿Quiere decir que la gran beneficiaria del puente es Victoria, no Rosario?
-Claro: la beneficia el turismo, la baja de costo en los fletes, integrarse a un área metropolitana, el sector inmobiliario por las casas de fin de semana. Para la vieja región de Rosario va a ser un impacto menos significativo, una mejora relativa e incluso marginal frente a otros problemas de muy fuerte peso. Es como darle un régimen a un enfermo terminal: puede ayudarlo estar bien alimentado, pero su problema principal es otro. Eso no significa que no haya que hacer el puente, es importante que exista un corredor interoceánico. A la larga traerá la integración de un mercado, más oportunidades de negocios, más posibilidades de aprovechar los recursos naturales. Pero insisto: a largo plazo. Y hoy hay serias dificultades a resolver. Por eso no hay que esperar que el puente traiga milagros, sobre todo a corto plazo, sino mejoras para algunos sectores y costos para otros.
-¿Y si crece la obra pública?
-Sería una oportunidad porque generaría empleo directo, pero con fuertes condicionamientos que se definen por fuera del marco regional.
-¿Tan poca es la cintura de una economía regional?
-Si mi interpretación es correcta, muy poca. Eso no significa que no haya que hacer cosas para el largo plazo, es preferible tener un puente a no tenerlo, pero no alcanza. No digo que la obra pública o la infraestructura, como en este caso orientada directamente al comercio exterior, que es productiva casi por naturaleza, no deba hacerse. Desde ese punto de vista Rosario está ubicada en un lugar clave para el comercio internacional, en el núcleo de esa actividad para Argentina. Pero con un tipo de cambio que da bandazos y una tasa de interés que es algo inconcebible para cualquier lugar del mundo todo lo demás se ve severamente restringido, por más que haya obra.
-No se lo ve muy optimista.
-No, para nada.



"La gran beneficiaria del puente será Victoria", dijo. (Foto: Celina Mutti Lovera)
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