| | Reflexiones "Sé del beso que se compra y del beso que se da"
| Evaristo Monti / La Capital
Francisco Gorrindo con el seudónimo Froilán le puso letra a la música tangueada de Roberto Grela y así nació "Las Cuarenta" que sigue pesimista y descreído "del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga". Esto del beso que se compra y del beso que se da, lo traigo no por esa mezcla de jerarquizados discursos con lamentables memeces que fue el debate del jueves último en el Concejo municipal de Rosario, sino por haber leído el lunes a la madre de un joven edil, Pablo Javkin, en Cartas de Lectores donde suele volcar sus ideas inteligentes y fundamentadas la doctora Mirta Guelman. Es tan docente la vocación de esta rosarina tan valiosa, que le da consejos al hijo por intermedio de una carta pública, como prenda de generosidad y apertura. Le arrimaron al concejal Gustavo Gerosa, del ARI, un papel que se entrega a los varones cuando ingresan a una discoteca ubicada a 200 metros de mi casa para que lo cambien con las chicas por un beso con el destino final de una recompensa que la muchacha canjeará en la barra. El concejal, seguidor de la propietaria del partido que representa, Elisa Carrió, no deja de observar que la señora luce una gigantesca cruz, asiste a misa con frecuencia y da la idea de sentirse pre-conciliar. Es probable que esté más cerca de Escrivá de Balaguer que de Helder Cámara, de aquella iglesia que llamaba a Juan 23 "el Papa Rojo" y del francés Lefevre, que del moderno conservadurismo de Juan Pablo II. No obstante, reconociendo que Gerosa no piensa como dice su proyecto, invalidado por una sucesión de errores argumentales y carente de rigor legislativo, el tema no es banal, ni frívolo ni gratifica a Voltaire, maestro de la ironía que le pedía a Dios, sin creer en él, un gesto "para llevar a mis enemigos al ridículo". El tema de la diversión nocturna con sus connotaciones, no es una fruslería ni puede minimizarse con alusiones al puritanismo de los cuáqueros, exagerando en sus conductas pero eminentes en sus luchas contra la esclavitud o la democratización religiosa; no en vano la secta que fundó George Fox hace 400 años, se llevó el Nobel de la Paz en 1947. En la Argentina hay poco menos de 3 millones y medio de adolescentes, de 14 a 18 años. Nuestra provincia tiene 2.800.000 habitantes. Rosario está cerca del millón de habitantes, calculo que en la franja etaria de 14-18 estaremos hoy en 90.000. Son hoy, naturalmente en alta proporción, anhelantes de tener independencia y no pocos viven con horarios a contramano de su familia los fines de semana, se acuestan cuando los padres se levantan, sábados y domingos están de mal humor, condenados a ingresar a la disco cerca de medianoche y salir a las 2 o 3 de la mañana. Muchos de ellos y tengo la referencia directa de estas horas se toman un Fernando (fernet con cola) o un Destornillador (vodka con tónica) o un Champagne Cordobés (vino blanco con naranja) directamente en la barra o en la salita VIP ¿padres o inspectores saben esto? Si un besito despachado al socaire de la cuasi-moneda de fabricación bolichera por el gerente de marketing, el alcohol pagado con moneda legal es inadmisible tratándose de criaturas iniciadas al estímulo de no parecer tímido ante los más audaces. No sea que corramos el juego del beso mientras inescrupulosamente se suministra alcohol -¿y droga?- y los cometedores se solazan. Con erudición, Mirta Guelman recurre a Locke para recordar la responsabilidad estatal de proteger aquello que escapó al control familiar. Con el respeto y afecto que la doctora Guelman produce me atrevo a diferenciar las propiedades de los hijos. Dice Adrián Dall'Asta de una ONG, Fundación Proyecto Padres, acaso exagerando, que "nuestros hijos se exponen a esa alegría fin-semanal emborrachándose, fumando sin medida, drogándose, deambulando por la noche y madrugada, transando (llámese transar al beso transitorio sin sentimiento alguno) y cuesta creer que sigamos pasivos engañándonos al pensar que mi hijo es distinto". Cita al rector de la UBA, Jaim Etcheverry: "Los jóvenes aceptan resignadamente el papel que les asignamos y viven una prolongada minoría de edad". El lunes se publicaron cifras oficiales aterradoras sobre el consumo de drogas en Argentina, proporcionadas por la Sedronar (Secretaria de Lucha contra las Drogas) con datos de hospitales y centros de rehabilitación, cada 10 días hay un muerto por sobredosis; el Cenareso, el hospital porteño que brinda tratamientos no da abasto. Un excelente trabajo periodístico reciente, marzo del 2003, con 18 casos de jovencitos muestra su honestidad, su franqueza y sus diferencias con los mayores, cita a la psicoanalista especializada en adolescentes, Susana de Mauer: "Alérgicos a las pautas familiares, toman distancia de la palabra de los padres, hacen lugar al camino propio y subrayan las diferencias". La Sedronar sostiene que en 2 años aumentó en los chicos un 150% el consumo de alcohol y bajó la edad de inicio. Dijo un chico: "Toman porque los demás toman, no tienen personalidad". A los 15 años el negocio de otros, el negocio de la diversión, el negocio de la noche se los lleva puestos y es inútil explicárselo, son inteligentes, pero tienen 15 años. El Servicio de Adolescencia del Hospital de Clínicas de Buenos Aires dice que el promedio de inicio de las relaciones sexuales es a los 15 años. Todo forma parte del negocio de la noche, los chicos están aprendiendo a vivir y ese aprendizaje produce, cada vez, más mercachifles. Frente al alcohol y la droga cuyo consumo no trepidan en favorecer, los comerciantes en general escrutan a los jovencitos aprovechando sus anhelantes rebeldías, sus disconformidades explícitas. Los padres oscilan entre el desconcierto, la impotencia y el temor del descontento juvenil. El Estado se neutraliza porque es habitual que sus representantes fácticos, policía, inspectores, reparticiones enteras, basculen entre morder el negocio o aislarse hasta que estalle un escándalo, como denunció este diario en el caso de Babylon, Colombres al 1800, bajo la imaginable tutela del directo familiar de los responsables, Gerardo Borghi, titular del Distrito Norte. Ahí tiene un caso de amor por la familia. Hablamos de ese dificultoso tránsito de la niñez hacia la adultez, cargada de angustias, asombros, reacciones temperamentales, ignorando el desconocimiento, convencidos de auto-eficiencia. Hay que ser prudentes, afectivos, tolerantes, nunca cómplices y siempre aliados de uno cada diez de los habitantes de este país. Con los adultos es distinto, nadie tiene derecho a ordenarle su vestimenta, creencias, ideologías, gustos, sexualidad. No es que el firmante de estas líneas sea un viejo moderno, pero enfrente del Patio de la Madera funciona al estilo que muestran las películas yanquis, una puerta con un ventanuco, adentro gran despliegue de anatomías y sorteo de gratificaciones sexuales de variada modalidad según enseña el rubro 1045 de nuestros clasificados, no podrán decir que Rosario es una ciudad pacata sin explosiones ni expansión. Eso para adultos. Con los chicos, es distinto. Es cierto que hay normas básicas a cargo del Estado cuyo cumplimiento le compete pero ninguna de ellas substituirá en el mundo de la libertad, la responsabilidad de los padres. Después de todo, armonizar con las naturales ansiedades de los chicos excitados por el formidable negocio de la diversión que ya no puede eliminarse sino debe tener el equilibrio razonable que impida tantas acechanzas, es la más hermosa tarea que la vida confía a los padres. Ya no vale mencionar viejos tiempos al estilo de la mesa de los Campanelli cuando se enfurecía el padre, corren tiempos de diálogo, no de úkases. Si los padres pretenden enclaustrar a sus hijos adolescentes, si no los comprenden y soslayan el esfuerzo de lograrlo, será peor. Tampoco les queda el recurso de abdicar de la responsabilidad tal vez fatigosa pero apasionante. En "Volver a casa" el finado Jaime Barylko dice: "No fueron los hijos los que se rebelaron contra sus padres y aflojaron los límites, sucedió que los padres abandonaron toda rienda y encuadre y se corrieron a un costado, se llenaron de miedo para con los hijos..." y enseguida: "es un fenómeno nuevo en la humanidad... se salió de un régimen y no se ingresó en otro...". Por si hiciera falta, recurrí a la francesa Françoise Dolto, también mencionada por Barylko, quien aclara que "adolescencia" no viene de "adolecer" sino de "crecer", ir hacia lo desconocido, lo proyectado, e implica crisis en la contradictoria confluencia de distintos factores que coexisten. Dolto murió hace 15 años, pero esta definición parece de hoy: "El término autoridad ya no corresponde a la personalidad de los padres actuales. Los adultos ya no tienen autoridad y los niños se dan perfecta cuenta de esas carencias. En cambio, sí saben que sus padres son responsables de ellos".
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