Etelvina Vanesa Carreras tiene 20 años y hace poco más de uno que llegó a Rosario desde su pueblo natal. Una localidad de 2.500 habitantes también llamada Carreras, en el departamento General López. Aquí terminó la escuela secundaria y en marzo pasado empezó a estudiar la licenciatura en comunicación social, en la Universidad Nacional de Rosario. Su vida transcurría como la de cualquier joven estudiante hasta la noche del lunes, cuando dos hombres armados la secuestraron en pleno centro de la ciudad y la sometieron a abusos deshonestos y una feroz paliza. Dos horas más tarde la dejaron abandonada en el parque Urquiza y sólo le robaron 30 pesos que llevaba en su cartera. Tras buscar ayuda en las cercanías, la joven fue derivada al Hospital de Emergencias donde la atendieron por las lesiones recibidas. Anoche, la policía iba perfilando sus hipótesis en torno al hecho y apostaba a describirlo como un remezón del robo que la misma joven sufriera en su casa familiar un mes atrás.
Habían pasado las 19.30 del lunes cuando Etelvina caminaba por San Luis y Laprida, a sólo 100 metros del departamento que comparte con una amiga de su pueblo y en un horario en el cual el centro empieza a descongestionarse plagando calles y veredas de autos y peatones. En esas circunstancias, y sin que misteriosamente nadie viera nada, fue obligada a subir al asiento trasero de un Renault 12 de color claro que se detuvo junto a ella y del cual bajaron dos hombres, uno de ellos armado.
El caso está en manos de la sección Seguridad Personal de la Unidad Regional II y de la seccional 1ª, en cuya jurisdicción ocurrió el ataque. A esos investigadores Etelvina les contó que uno de los hombres le apoyó un arma de fuego en la espalda para obligarla a subir al auto. "Me paralicé del medio", alcanzó a decirles a los policías cuando recuperada del shock emocional que le produjo el episodio pudo hilvanar algunos recuerdos.
Una vez en el vehículo, a la joven le ataron las manos y le colocaron una venda en la boca a modo de mordaza. Después la obligaron a bajar la cabeza para no poder ver por donde era llevada. Así la tuvieron durante un tiempo que no pudo determinar dando vueltas por distintas calles hasta llegar a un lugar al que tampoco identificó pero del cual recordó que era "un galpón con piso de portland". Allí la sometieron a una feroz golpiza y la manosearon.
Cerca de las 22, Etelvina fue abandonada en el parque Urquiza, en cercanías del Planetario Municipal. Cuando se vio sola y sus agresores habían desaparecido del lugar, empezó a correr desesperada y en busca de ayuda hacia avenida Pellegrini y Necochea, donde pidió auxilio en una estación de servicios.
Cuando la rescataron para llevarla al Heca, Etelvina tenía golpes y magullones en la cara y en los brazos. Un parte médico del centro asistencial indicó ayer a la mañana que la paciente había ingresado con un traumatismo de abdomen y escoriaciones en distintas partes del cuerpo. Su estado era bueno y ya por la tarde le dieron el alta.
Hipótesis y motivaciones
A la hora de buscar motivaciones para un ataque de esas característica, los pesquisas mencionaron que el pasado 21 de abril Etelvina estudiaba en su casa de Carreras (a unos 120 kilómetros al sudoeste de Rosario) cuando dos hombres con guantes y encapuchados ingresaron a la vivienda y la maniataron exigiéndole la entrega del dinero que su mamá había cobrado como pensión. Sin embargo la joven dijo a los maleantes que no tenía plata y abandonaron el lugar tras golpearla.
Por aquel caso, la policía apresó en Rosario a uno de los dos asaltantes y le secuestró los guantes que usó durante el atraco. El delincuente está detenido en la alcaidía de la Unidad Regional VIII. Sin embargo su cómplice permanece prófugo y anoche la policía confiaba en que "ese hombre está detrás de este secuestro".
"Sin descartar ningún tipo de hipótesis debemos pensar en que este hecho puede tener relación con una venganza o apriete en contra de la familia para que retire la denuncia o no declare en torno al robo del mes pasado", sostuvo un oficial de Carreras que comparte la investigación con los policías rosarinos.
El juez de Instrucción en turno, Luis María Caterina, ordenó a la policía que investigue hasta el fondo de la cuestión y que no se descarte ninguna hipótesis. Por ello, una comisión viajó ayer mismo a Carreras para interiorizarse del entorno familiar y de amistades de Etelvina a fin de hallar alguna pista que les permita esclarecer el caso.
Sin embargo, el principal obstáculo que hallaron los investigadores fueron los puntos oscuros en la declaración de la joven, quien habría reconocido que recibe asistencia psicológica desde hace un tiempo.