Año CXXXVI
 Nº 49.848
Rosario,
miércoles  21 de
mayo de 2003
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Consideran como legítima defensa el crimen de un almacenero en una pelea
Liberaron a los dos imputados por la muerte de Orlando Quintero, ocurrida en una casa de Luzuriaga al 2600

El almacenero Orlando Quintero entró desafiante a la casa de su vecino y amigo Rubén Sosa. "A ver quién de ustedes se la aguanta", provocó mientras palpaba el revólver cromado que llevaba en la cintura. Un familiar de Sosa intentó desarmarlo y en el forcejeo salió un tiro que dio en la cabeza del comerciante. Así es como ocurrió el crimen según el juez Luis María Caterina, quien dos meses más tarde liberó a Sosa y a su pariente al entender que el disparo fue accidental.
El día del homicidio la policía investigaba el caso como resultado de una pelea entre borrachos y tenía como principal sospechoso a Sosa, un chaqueño de 31 años que trabajaba como repartidor de un corralón de materiales. Pero más tarde un primo de Sosa reconoció haber sido el autor del disparo. Ahora Caterina concluyó que fue un caso de legítima defensa y sobreseyó a los dos imputados.
El episodio alteró la calma dominguera en la esquina de Bouchard y Luzuriaga el 2 de marzo pasado. En una casa de Luzuriaga al 2600 estaban reunidos Sosa y su primo Ramón Eduardo Vázquez, de 22 años, también empleado en un corralón, quien solía almorzar con él los fines de semana. Con ellos estaba Marcelo, el hijastro del comerciante. Quintero atendía un almacén en la casa de al lado. Además de ser vecinos, Sosa y el almacenero eran amigos y se visitaban a diario.
Esa tarde la esposa de Quintero, Blanca, lo vio partir sin decir nada cerca de las 16.30. Iba vestido de short, con el torso descubierto y llevaba un arma en la cintura. Llegó a la casa de Sosa y desafió al grupo: "A ver de ustedes quién se la aguanta", dijo, según el relato que hicieron los mismos imputados. Estaba borracho y su hijo intentó disuadirlo para que volviera a su casa, pero Quintero insistió.
Entonces Vázquez se abalanzó sobre el almacenero con la intención de desarmarlo. En el forcejeo salió un disparo que ingresó por la oreja derecha de la víctima y le causó la muerte. Sosa y su primo tiraron el revolver calibre 22 largo y escaparon.
"Habíamos estado tomando, pero no estábamos perdidos -comenzó a relatar Vázquez cuando lo interrogaron-. Lo que ocurrió fue un accidente porque yo lo quería desarmar. No sabía si este hombre lo podía matar a mi primo o a mí. No hubo diálogo. Fue todo muy rápido". Lo mismo contó un vecino que presenció el incidente: "Quintero estaba tomado. Apuntó para arriba y preguntó quién era el más macho", describió. La hipótesis del forcejeo fue avalada por la pericia balística.



La muerte de Quinteros se produjo en una pelea.
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