Año CXXXVI
 Nº 49.846
Rosario,
lunes  19 de
mayo de 2003
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Un toque de talento y sensibilidad con la Filarmónica porteña
Ofreció virtuosas interpretaciones de un original repertorio

Marcelo Menichetti / La Capital

La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires abrió la temporada del Mozarteum Argentino Filial Rosario con un brillante concierto. La función se ofreció el sábado último, ante un importante marco de público, en una velada de homenaje a La Capital por su 136º aniversario. El conjunto musical integrado por cien músicos actuó bajo la dirección del artista venezolano Eduardo Marturet.
La esperada gala musical se abrió con la ejecución de "Conclusiones", obra del compositor argentino Jorge Moker compuesta en 1988, basada en el ritmo folclórico de la cueca. La muy interesante propuesta pinta paisajes agrestes incluyendo sonidos típicos de Sudamérica como los del bombo, la quijada y el palo de agua. La riqueza de matices y climas logrados por la pieza remite a conocidas obras de musicalizadores de cine como Ennio Morricone, por citar un ejemplo. La ejecución de la obra también sirvió para corroborar la amplitud de criterio del conductor de la orquesta a la hora de conformar su repertorio.
La segunda obra presentada por la orquesta porteña fue el esperado "Concierto en Sol mayor para flauta, oboe y orquesta" de Antonio Salieri. La obra del controvertido compositor italiano que inspiró a Rimsky-Korsakov la composición de "Mozart-Salieri", es una muestra formal del período clásico. En la interpretación sobresalió el oboe, en una gran performance de Néstor Garrote, el solista santafesino.
La gala musical incluyó en su segmento final la "Sinfonía Nº 4 en Mi menor, Op. 98" de Johannes Brahms. El nervio del director volvió a mostrarse con solidez, exactitud y seguridad en la conducción de los músicos. La obra, fiel representante de la independencia artística de su autor, quien se negó a plegarse a la moda compositiva de la época, propone una espiral creciente y virtuosa a través de sus cuatro movimientos y brilla hasta enceguecer en el último, que cierra la magistral composición. La obra, de compleja estructura heredada de la tradición vienesa clásica, escapa a lo remanido optando por efectos muy novedosos para la época.
El celebrado final redondeó una noche especial. Los bravos del público premiaron la labor de los músicos y su director, quienes regalaron un muy buen programa con una ejecución sensible y sin fisuras en un concierto que dejó inaugurada una nueva temporada del Mozarteum rosarino.



La Filarmónica inauguró la temporada del Mozarteum.
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