Uno de los ladrones que la mañana del sábado asaltaron un taller de litografía donde se encontraba el juez penal Osvaldo Barbero, quien resultó maniatado al igual que otros tres hombres, había estado imputado ante el mismo magistrado por el robo de una caja fuerte de la Facultad Católica de Derecho. El maleante actuó con el rostro descubierto y tuvo bajo el caño de su arma al funcionario judicial que lo había investigado, pero en ningún momento demostró haber advertido de quién se trataba. A otro de los principales sospechosos de integrar el trío que arrasó con dinero y celulares de la planta impresora también lo buscan por el espectacular robo a un banco de Coronel Arnold ocurrido en el mes de enero pasado.
La policía intentó dar con ellos en dos allanamientos que la Brigada de Investigaciones realizó la misma noche del robo en la zona oeste de la ciudad. Pasadas las 23, los efectivos requisaron una vivienda de Gaboto al 5900 y otra ubicada en las inmediaciones del Mercado de Concentración de Fisherton, según reveló una fuente del caso. Pero los sospechosos, amparados por la oscuridad, escaparon hacia los terrenos despoblados de los alrededores.
El asalto por el que se los busca ocurrió a las 10.30 del sábado en una planta elaboradora de envases de cartón y taller de litografía ubicada en José Ingenieros 1820, en el barrio de Arroyito. Se trata de una empresa familiar que está a cargo del primo del juez de Instrucción penal de la 13ª nominación, Osvaldo Barbero. En el lugar se encontraba en forma circunstancial el juez, que había ido para asesorar a su familiar con un programa de computación.
En ese momento ingresó un hombre que simuló ser un cliente y apenas comenzó a ser atendido irrumpieron otros dos exhibiendo armas de fuego. Entonces el impostor sacó su arma y se sumó a la banda. Los maleantes amarraron con cables a las víctimas y luego se apropiaron de una cadena de oro, cien pesos y un celular del juez; 180 pesos y mil dólares de su primo y los teléfonos móviles de dos empleados.
Según trascendió ayer, uno de los delincuentes desempeñó toda esa secuencia sin advertir que estaba maniatando al mismo juez que aún debe resolver su situación procesal definitiva en una causa por robo. Los investigadores creen que el ladrón -que había tenido contacto personal con Barbero en una audiencia judicial- no alcanzó a reconocerlo porque el magistrado vestía ropa deportiva.
El sospechoso estuvo seis meses preso hasta que el magistrado le concedió la libertad por falta de pruebas. El detenido había sorteado los reconocimientos judiciales sin ser señalado y no había otros indicios que lo comprometieran. Por eso el juez le dictó la falta de mérito, una medida provisoria por la que sigue vinculado a la causa en caso de que surjan nuevos elementos de sospecha.
El robo pendiente
El maleante estuvo imputado en el audaz robo a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina del 12 de abril de 2002, cuando al menos cinco hombres ingresaron al edificio de Pellegrini 3314 e inmovilizaron a dos vigiladores, los empleados de limpieza, dos profesores de teatro, un abogado y tres albañiles.
Uno de los ladrones se calzó el uniforme del encargado de vigilancia y con parte de la banda subió al primer piso. Allí redujeron a un empleado e intentaron forzar, utilizando una amoladora, una antigua caja fuerte. Como no lo lograron, se llevaron el pesado mueble conteniendo 1.500 lecop en la camioneta que robaron a un albañil.
El vehículo y la caja fuerte vacía aparecieron al día siguiente. A los pocos días dos hombres fueron detenidos por la comisaría 6ª. Uno de ellos, de 37 años y con una condena por robo cumplida en la cárcel de Coronda, es el ahora buscado por el asalto al juez.
Fuentes policiales revelaron que uno de sus presuntos cómplices en el robo al taller estaría implicado en otro golpe resonante: la sustracción de 30 mil pesos y 4 mil dólares del banco Bisel de la localidad de Coronel Arnold el pasado 8 de enero, cuando una banda de encapuchados copó en forma simultánea la comisaría y la entidad crediticia.